Por: Flavio Dalostto Efectivamente, Evo Morales y su gobierno han enfrentado todas las maniobras posibles de una oposición que defiende los intereses de 100 clanes familiares que han mantenido a Bolivia como “su hacienda” y al Pueblo como “su peón”, empobreciéndolo hasta los límites más miserables y despiadados. Los opositores han intentado separatismos, golpismos, magnicidios, han cometido todos los delitos imaginables contra el estado y el pueblo de Bolivia, que ningún gobierno en el planeta, hubiera tolerado como lo ha tolerado Evo Morales. Por el 1% de los crímenes que la oposición comete flagrantemente y a la vista de todos en Santa Cruz y otras ciudades, un gobierno como el de Hugo Banzer los hubiera fusilado a todos, sin previo juicio. Algunos, incluso muchos simpatizantes de Morales, no comprenden y hasta critican su aparente falta contundente de respuesta a las agresiones de la oposición. Sin embargo, no debemos olvidarnos que estamos ante una “revolución de raíz aymara”, que bebió de “todos los libritos”, pero que escribe su “propio libreto”. La actitud de Morales, lejos de debilitarlo le ha ganado un nuevo medio millón de votos, pasando del 53% en el 2005 al casi 68% en el 2008. Morales está demostrando al mundo que “el poder” no se asienta en la violencia, sino en la Paz. Paz que no significa inacción. ¿Será “la Paz de los valientes” de la que hablaba Yasser Arafat? En el fondo, hoy lo sabemos, el violento es un débil. Morales sabe que cada vez que rechaza la tentación de la respuesta violenta, crece su poder. No es el poder del que habla la cultura occidental, en base a ejércitos y misiles. Es otro poder, interno, sólido, permanente. Evo lo ha llamado “La Conciencia del Pueblo”. Ha dicho “Podrán voltear al indio, pero no al Pueblo”. Este es el poder al que apuesta Morales. Jesús dijo “No resistan el Mal”. ¿Qué quiso decir? Que al enemigo no se lo destruye con su propia maldad, porque de eso se alimenta. La maldad se mata con inanición, y eso es lo que hace Morales. No le da de comer. Es difícil. Evo no es un bebé de pecho. Es un dirigente cocalero, que ha debido atravesar etapas de violencia personal y social en sus etapas anteriores. Tal vez, muchas veces algo dentro de él, aquel joven del Chapare le dice: ¡Dale Evo, démosle duro a esos hijos de puta! Y la tentación se presenta y lo llama. Evo resiste, porque ha aprendido que el poder verdadero no descansa en un revolver, sino en la conciencia. Cuando a Jesús lo tienta el diablo en el desierto y le ofrece “todos los reinos del mundo, si de rodillas me adorares…”, no se los ofrece porque “no era posible” que Jesús aceptase; sino precisamente porque el nazareno “podía” haberlos aceptado. A Evo la “historia” lo tienta y le ofrece todos los días “los reinos del mundo”, “tomarlo todo de un solo golpe”. Muchos de sus seguidores, cual espinitas le deben decir: “-Jefe, ¿Hasta cuando…? Pero el indio sigue inmutable, y su poder crece. Ha aprendido que el Mal, falto de alimento, que se lo daría la represión desmedida, se deshace como “papel en el agua”. Sí, Evo se está convirtiendo en un líder de la No-Violencia, porque ha aprendido que la Paz no viene de la Muerte, sino de la Vida. Él ya no ve a sus opositores como “enemigos”, sino como “errados”. Es un hermano dolorido que quisiera que los demás puedan ver lo que él, y soñar juntos una Bolivia más justa. El siglo XX nos regaló un Ghandi y un Mandela. El siglo XXI nos regala un Evo. El mundo mira. Evo sueña. |