Chimoré, Cochabamba - Bolivia Que a 515 años de opresión y dominación, aquí estamos, no han podido eliminarnos. Hemos enfrentado y resistido a las políticas de etnocidio, genocidio, colonización, destrucción y saqueo. La imposición de sistemas económicos como el capitalismo, caracterizado por el intervencionismo, las guerras y los desastres socio-ambientales, sistema que continúa amenazando nuestros modos de vida como pueblos. Que como consecuencia de la política neoliberal de dominación de la naturaleza, de la búsqueda de ganancia fácil de la concentración del capital en pocas manos y la irracional explotación de los recursos naturales, nuestra Madre Tierra está herida de muerte, mientras los pueblos indígenas seguimos siendo desalojados de nuestros territorios. El planeta se está recalentando. Estamos viviendo un cambio climático sin precedentes, donde los desastres socioambientales son cada vez más fuertes y más frecuentes, donde todos sin excepción somos afectados y afectadas. Que nos asecha una gran crisis energética, donde la Era del Petróleo está por concluir, sin que hayamos encontrado una energía alternativa limpia que la pueda sustituir en las cantidades necesarias para mantener a esa civilización occidental que nos ha hecho totalmente dependiente de los hidrocarburos. Que esta situación pueda ser una amenaza que nos dejará expuestos al peligro que las políticas neoliberales e imperialistas desaten guerras por las últimas gotas del llamado oro negro y el oro azul, pero también pueda darnos la oportunidad de hacer de este nuevo milenio un milenio de la vida, un milenio del equilibrio y la complementariedad, sin tener que abusar de energías que destruyen a la Madre Tierra. Que tanto los recursos naturales como las tierras y territorios que habitamos son nuestros por historia, por nacimiento, por derecho y por siempre, por lo que la libre determinación sobre éstos es fundamental para poder mantener nuestra vida, ciencias, sabidurías, espiritualidad, organización, medicinas y soberanía alimentaría. Que empieza una nueva era impulsada por los pueblos indígenas originarios, dando luz a los tiempos de cambio, a los tiempos de Pachakuti, en tiempos de la culminación del Quinto Sol. Que saludamos la aprobación de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, que es esencial para su supervivencia y bienestar de los mas de 370 millones de indígenas, en alrededor de 70 países del mundo. Luego de más de veinte años de lucha, da respuesta a nuestra demanda histórica de libre determinación de los pueblos y el reconocimiento de los mismos y los derechos colectivos. La Declaración aprobada contiene un conjunto de principios y normas que reconocen y establecen en el régimen normativo internacional, los derechos fundamentales de los Pueblos Indígenas, los cuales que deben ser la base de la nueva relación entre los Pueblos Indígenas, los Estados, las sociedades y cooperación en todo el mundo. Por lo tanto, además de otros instrumentos jurídicos relativos a los derechos humanos ya existentes, la Declaración, es la nueva base normativa y práctica para garantizar y proteger los derechos indígenas en diversos ámbitos y niveles. Exhortamos a los países miembros de las Naciones Unidas y alentamos a los pueblos indígenas que den cumplimiento y práctica a este importante instrumento de significación histórica. Censuramos a los gobiernos que votaron en contra de la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, y condenamos la doble moral. Que nos comprometemos a respaldar el histórico esfuerzo liderado por el hermano Evo Morales, Presidente de los Pueblos Indígenas de Abya Yala, en la construcción de un nuevo Estado plurinacional. Ante cualquier amenaza interna o externa, estaremos vigilantes de lo que suceda en Bolivia y pedimos a los pueblos del planeta brinden su apoyo y solidaridad a este proceso, que debe servir de ejemplo para que los Pueblos, Naciones y Estados del mundo continuemos por esta misma senda. Por tanto, los Pueblos y Naciones Indígenas del mundo exigimos a los Estados cumplir los siguientes mandatos: 1. Construir un mundo basado en la Cultura de la Vida, en la identidad, filosofía, cosmovisión y espiritualidad milenaria de los pueblos indígenas originarios, aplicando los conocimientos y saberes ancestrales, consolidando procesos de intercambio y hermandad entre las naciones y respetando la autodeterminación. 2. Asumir decisiones nacionales e internacionales para salvar a la Madre Naturaleza de los desastres que está provocando el capitalismo en su decadencia, que se manifiesta en el calentamiento global y la crisis ecológica; reafirmando que la cultura indígena originaria es la única alternativa para salvar nuestro planeta tierra. 3. Sustituir los actuales modelos de desarrollo basados en el capitalismo, en la mercancía, en la explotación irracional de la humanidad y los recursos naturales, en el derroche de energía y en el consumismo, por modelos que coloquen a la vida, a la complementariedad, a la reciprocidad, al respeto de la diversidad cultural y el uso sustentable de los recursos naturales como las principales prioridades. 4. Aplicar políticas nacionales sobre Soberanía Alimentaria como base principal de la Soberanía Nacional, en la cual la comunidad garantiza tanto el respeto a su propia cultura como espacios y modos propios de producción, distribución y consumo en equilibrio con la naturaleza de alimentos sanos y limpios de contaminación para toda la población, eliminando el hambre, porque la alimentación es un derecho para la vida. 5. Repudiar los planes y proyectos de la generación de energía como el biocombustible, que destruyen y niegan el alimento a los pueblos. Asimismo condenamos la utilización de semillas transgénicas porque acaba con nuestras semillas milenarias y nos obliga a depender de la agroindustria. 6. Valorar y revalorizar el papel de la mujer indígena originaria como vanguardia de las luchas emancipatorias de nuestros pueblos bajo principios de dualidad, igualdad y equidad de la relación hombre mujer. 7. Asumir la Cultura de la Paz y la Vida como guía para resolver los problemas y conflictos del mundo, renunciando a la carrera armamentista, e iniciar el desarme para garantizar la preservación de la vida del planeta. 8. Asumir transformaciones legales justas necesarias para construir sistemas y medios de comunicación e información que estén basados en nuestra cosmovisión, espiritualidad y filosofía comunal, en la sabiduría de nuestros antepasados. Garantizar el reconocimiento al derecho a la comunicación e información de los pueblos indígenas. 9. Garantizar el respeto y derecho a la vida, a la salud y la educación intercultural bilingüe, construyendo políticas en beneficio de los pueblos y naciones indígenas originarias. 10. Declarar como derechos humanos el agua, por ser un elemento vital y un bien social de la humanidad, que no debe ser objeto de lucro. Asimismo, impulsar el uso de energías alternativas que no amenacen la vida del planeta, garantizando de esta manera el acceso a todos los servicios básicos. 11. Resolver de manera corresponsable las causas de la migración entre países, asumiendo políticas de libre circulación de personas para garantizar un mundo sin fronteras donde no exista discriminación, marginación y exclusión. 12. Descolonizar las Naciones Unidas, y trasladar su sede a un territorio que dignifique y exprese las justas aspiraciones de los Pueblos, Naciones y Estados del mundo. 13. No criminalizar las luchas de los pueblos indígenas, ni satanizar o acusarnos de terroristas, cuando los pueblos reclamamos nuestros derechos y planteamientos de cómo salvar la vida y la humanidad. 14. Liberar de manera inmediata a líderes y lideresas indígenas encarcelados en las diferentes partes del mundo; principalmente a Leonard Peltier en Estados Unidos. La lucha no se detiene, se acabó el resistir por resistir, llegó nuestro tiempo. Proclamamos el 12 de octubre “día de inicio de nuestras luchas para salvar a la Madre Naturaleza”. Desde nuestras familias, hogares, comunidades, pueblos, estando o no estando en el gobierno de nuestros países, nosotros mismos decidimos y encaminamos nuestros destinos, nosotros mismos asumimos la voluntad y responsabilidad del Vivir Bien que nos han legado nuestros ancestros, para irradiar desde lo más sencillo y simple a lo más grande y complejo, para construir de manera horizontal y entre todas, todos y el todo, la cultura de la paciencia, la cultura del diálogo y fundamentalmente la Cultura de la Vida. Por los muertos, héroes y mártires que abonaron nuestras vidas, por sus utopías y anhelos, fortalezcamos nuestra identidad, nuestros procesos organizativos y nuestras luchas hasta lograr construir la unidad de los pueblos del mundo y volver al equilibrio, salvando a la vida, a la humanidad y el planeta tierra. Ratificamos nuestro apoyo al hermano Evo Morales para Premio Nobel de la Paz, por su permanente e incondicional entrega de servicio al bien por la humanidad, los pueblos, el planeta y la paz mundial. |