Alfonso Gumucio D. B o l p r e s s Últimamente George Bush está recibiendo palo hasta debajo de la lengua. Mantiene su sonrisa de Mona Lisa trasnochada porque su única defensa posible es su cara de tonto. Se le acabaron los argumentos, solamente le queda repetir un par de frases hechas con la esperanza de seguir engañando al pequeño porcentaje de la población estadounidense que todavía sigue creyendo en él. Su incapacidad de liderazgo está al desnudo. Entre sus críticos, uno muy emblemático escribió lo que sigue: “¿Acaso soy el único que está harto de lo que está sucediendo? ¿Dónde diablos quedó nuestra capacidad de indignación? Deberíamos estar poniendo el grito al cielo. Tenemos una banda de payasos despistados que dirigen el barco del Estado hacia un precipicio; en las empresas tenemos gangsters que nos roban descaradamente; somos incapaces de limpiar los desastres que deja un huracán y mucho menos construir un vehículo híbrido. En vez de enojarse, todos están sentados asintiendo con la cabeza cuando los políticos dicen ‘hay que mantener el curso’. ¿Qué curso? Debe ser una broma. Esto es Estados Unidos, no es el Titanic. Yo les daré una idea jugosa: ¡Echen por la borda a esos vagos!”… “Alguien tiene que elevar su voz, ya no reconozco este país. El Presidente de Estados Unidos se ha tomado la libertad de ignorar la Constitución, de intervenir nuestras líneas telefónicas, y de llevarnos a una guerra sobre la base de una sarta de mentiras. El Congreso responde a los déficit fiscales aprobando una gran disminución de impuestos para los ricos (gracias, pero yo no la necesito). Los más famosos hombres de negocios ya no son los más innovadores, sino los que aparecen esposados por la policía. Mientras nos enredamos en Irak, el Medio Oriente está en llamas y nadie sabe lo que hay que hacer. Y los medios están aplaudiendo en lugar de hacer preguntas serias. Esta no es la tierra prometida a la que mis padres y los suyos llegaron cruzando el océano. Ya estoy harto. Y usted?” Adivinen quien escribió estos y otros párrafos lapidarios. No fue un candidato demócrata en busca de la presidencia (esos se cuidan demasiado, y son por lo general cobardes y ambiguos). No fue Noam Chomsky, ni Naomi Klein. Podía haber sido Michael Moore, que ha escrito cosas similares y no tiene pelos en la lengua, pero no fue él. ¿Quién fue entonces? Pues nada menos que Lee Iacocca, uno de los más importantes hombres de negocio de Estados Unidos, quien fue presidente de la Chrysler y de otras grandes empresas de su país; famoso también por sus libros en los que explica los secretos de su éxito como ejecutivo empresarial. Los párrafos citados de Iacocca son parte de su libro sobre el liderazgo, en el que se pregunta “dónde se fueron todos los líderes” y lamenta que los sucesores de Lincoln, o de Roosevelt sean ahora una manga de incapaces. Iacocca desarrolla la tesis de que nueve atributos que empiezan con “c” son indispensables para un buen dirigente, “cualidades obvias que un líder de verdad debería tener”. Para empezar, un buen líder tiene que tener curiosidad. A Iacocca le parece inadmisible que Bush se ufane de no leer periódicos y que su única fuente de información sea el canal Fox que mira mientras hace ejercicios durante una hora todos los días. La segunda característica necesaria es la creatividad que lleva a pensar “fuera de la caja” para generar cambios. El liderazgo “consiste en manejar los procesos de cambio”. Un líder de verdad tiene que saber comunicar, decir la verdad y decirla de frente, sin subterfugios. La gente, dice Iacocca, se hartó de las mentiras de Bush y ya nadie lo escucha. La cuarta “c” es la de carácter. Según Iacocca Bush tiene un carácter débil porque administra mal el poder absoluto que tiene. Envía a miles de soldados a la muerte y causa miles de víctimas iraquíes, “para probar a su papá que puede”. Tampoco tiene coraje, o sea “los huevos bien puestos” dice Iacocca. No basta hablar como cowboy, “mi pistola es más grande que la tuya”, sino decir las cosas honestamente aunque uno pueda perder votos. Hay que tener mucha convicción para ser líder, en otras palabras: pasión y compromiso. Dice Iacocca que Bush ha batido los record de todos los presidentes anteriores por el número de días de vacación que se ha tomado. No se toma en serio la tarea de gobernar. Los buenos líderes tienen carisma, es decir la capacidad de inspirar a otros para que lo sigan. Y tienen que ser competentes para ejercer sus funciones. Iacocca piensa que Bush es un incompetente que ha provocado el mayor déficit de Estados Unidos en su historia, ha destruido el sistema de seguridad social, y ha endeudado de “un trillón y medio” de dólares a su país con la guerra de Irak. Finalmente, Iacocca sugiere que un líder de verdad debe tener sentido común, y Bush no tiene nada de eso, “solamente frases hechas” que repite en todas partes. Ya sabíamos que ninguno de los anteriores es un atributo de George Bush, no es novedad. Lo interesante es que lo diga un personaje que es emblemático del sistema capitalista. Lo cual me lleva a una reflexión: ¿Cuando tendremos en Bolivia empresarios con esa visión del liderazgo? ¿Cuando tendremos empresarios que desarrollan su intelecto con un sentido crítico? Lamentablemente, no hay en Bolivia un solo equivalente de Lee Iacocca, ni de George Soros. Los empresarios bolivianos son mediocres, acomodaticios, oportunistas y su posición con relación al gobierno de Estados Unidos es vergonzosamente sumisa y servil. Son perritos falderos esperando las migajas del poder. Le besarían el trasero a Bush si el Servicio Secreto se los permitiera. Son yankee-llokallas que sueñan con el “American way of life” pero permanecen en Bolivia porque aquí pueden explotar a la gente sin trabajar demasiado y hacer trampas con los impuestos, cosas que no podrían hacer en Estados Unidos. |