Hedelberto López Blanch Rebelión El presidente peruano Alan García se presentó eufórico en Washington para la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos y, en un discurso ante empresarios norteamericanos, promocionó su país al tiempo que atacó a sus vecinos. No era para menos pues García se ha convertido, desde hace mucho tiempo, en aladid en defensa de las políticas neoliberales que en contraposición han extendido la miseria, la pobreza y la insalubridad por las naciones latinoamericanas. Alan García, horas antes de encontrarse con el presidente estadounidense George W. Bush, aseguró en conferencia de prensa que Perú es el paradigma de “un modelo de desarrollo” basado en la “libertad” democrática con modernidad económica y espera que el TLC entre en vigor en julio de 2008. Sintomático fue que el acto estuvo organizado por la Cámara de Comercio estadounidense y García, para congraciarse con sus interlocutores arremetió, sin nombrarlos, contra los gobiernos de Venezuela y de Bolivia a los que comparó con el comunismo promovido por la Unión Soviética. “Los que apostamos por el modelo neoliberal estamos ganando otra vez”, dijo sin analizar que solo en la región ya son minoría los que aceptan las presiones de Estados Unidos pues una nueva ola de soberanía e integración recorre las tierras latinoamericanas. . En su discurso arremetió contra esa ola progresista y nacionalista que impera por el continente y predijo que “no se va a reconstruir en nuestro hemisferio ninguno asomo o remedo de lo que antes fue el imperio del colectivismo, del estatismo y de la economía deformada que existió en la Unión Soviética” Alan fue a vender cualquier pedacito de su país al mejor postor y en esa línea llamó a los empresarios de la rama pesquera estadounidense a invertir en su patria, que no tiene aún industria atunera pero sí dispondrá del TLC y reafirmó sin ambages, “el que invierte hoy gana el triple que el que invierta mañana” Cambiando de criterio como ya es usual a lo largo de su carrera, García, quien durante la campaña que lo llevó a la Presidencia criticó el TLC negociado con Estados Unidos por su antecesor Alejandro Toledo, sostuvo que “gracias a este TLC” Perú tiene ahora “un horizonte, y un marco que va más allá de elecciones y cambios políticos”. El mandatario estadounidense, George W. Bush aprovechó el servicio de entrega económica peruana que la extendió en bandeja de plata su homólogo y señaló que García “ha demostrado un compromiso firme con el hemisferio en la promoción de la libertad y las oportunidades y a la vez fustigó a los gobiernos que llamó “populistas” en franca alusión a los que en los últimos años se están desentendiendo de las amarras norteamericanas. Cuando el TLC entre en vigor, a mediados de 2008, el 80 % de los productos industriales y de consumo y más de dos tercios de los productos agrícolas estadounidenses ingresarán a Perú sin pagar aranceles, y en 15 años no existirán barreras arancelarias. Además, todas las empresas de producción, mineras y de servicios, así como tierras, bosques y biodiversidad, estarán a disposición del mejor postor que se interese en comprarlas pues las privatizaciones son el eje central de los TLC. Mientras Estados Unidos inundará el mercado peruano con refrigeradores, computadoras, celulares, maquinarias agrícolas e industriales, arroz, frijoles, hamburguesas y todo lo que desee. Perú podrá enviar a Norteamérica su cobre, harina de pescado, cinc, café, ropa y accesorios, oro, madera y petróleo, es decir, materias primas fundamentales para las grandes industrias estadounidenses. Un negocio perfecto para el vecino del Norte. Mientras los empresarios nacionales quebrarán ante la inundación del mercado con productos baratos y de menor calidad y se verán obligados a vender sus propiedades a las transnacionales, los campesinos no podrán competir con el arroz, frijoles, maíz, trigo y otras mercancías cuyos cosechadores en Estados Unidos reciben elevados subsidios. Según estadísticas oficiales, el país andino en los últimos cuatro años ha crecido un promedio del 6 %, pero la población no ha visto los resultados porque el dinero sale de esa nación por medio de las transnacionales que explotan la minería, el petróleo y otras empresas. El nivel de pobreza es asfixiante y sobrepasa el 70 % de la población total estimada en 27,5 millones. En las regiones sureñas de Huancavelica, Ayacucho, Puno y Apurimac, donde se han registrado numerosas huelgas y manifestaciones de protesta, esas cifras alcanzan entre 88,7 % a 74,8 %, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática. Asimismo, entre el 60 y el 65 % está desempleada o subempleada y no cuenta con ningún tipo de seguro social, por tanto no tiene derecho a retiro, atención sanitaria o educación. Pero estas cuestiones no cuentan para García cuyo primer mandato de 1985-1990 resultó funesto para la economía del país (de la cual extrajo y obtuvo una gran fortuna personal), según varias publicaciones. Ahora lo importante ha sido convertirse en una figura relevante para la administración norteamericana y tratar de contrarrestar a naciones que como Venezuela, Cuba, Bolivia, Ecuador, Argentina, Brasil, Uruguay, Nicaragua y el Caribe han optado por fortalecer la integración latinoamericana y enfrentar el poderío unipolar de Estados Unidos. Alan quiere convertirse en pocos años en lo que fue Carlos Menem para Washington, aunque el pueblo peruano sufra las consecuencias como en un tiempo las padeció Argentina. |