Para Katari: Gastón Cornejo B. Senador del Movimiento al Socialismo Ingresó a la Cámara de Diputados para ser aprobada por mayoría en todos los artículos propuestos, sobre todo el conflictivo, el del financiamiento. Se trata de ofrecer una pensión discreta pero universal, a todos los bolivianos mayores de 60 años que no tengan renta alguna, sin distinción de género, ni clase, ni color, sean blancos, mestizos negros o indígenas, selvícolas iletrados o ciudadanos de alta alcurnia e intelectualidad selecta. El Presidente quiso que la ganancia de los hidrocarburos rescatados de las petroleras y nacionalizados por el Congreso, en el ingreso impositivo que se denomina IDH, según dispone la Ley 3058 de Hidrocarburos y que debe beneficiar la salud, la educación y los proyectos de desarrollo, se constituya en la fuente principal de financiamiento. 30% de todos los recursos percibidos del IDH de las Prefecturas y Municipios, del Fondo Indígena y TGN, además de dividendos de las empresas públicas capitalizadas en la proporción accionaría que corresponde a los bolivianos, sea gasto compartido. Los gobernadores de la media luna, incluido el de Cochabamba, particularmente los de la media luna confrontadora al desarrollo social del pueblo boliviano, se oponen tenazmente y amenazan con una revuelta apocalíptica de darse curso a esta ley perjudicial a sus intereses. Ley modificada en el H. Senado por la mayoría opositora, tuvo que retornar al Congreso. En fecha 28 y al amanecer del 29 aprobamos por 2/3 la ley original, en una sesión absolutamente legal en la cual se respetaron los reglamentos, el quórum, el debate, y con la presencia de las cuatro fuerzas políticas del Parlamento Diputados y senadores, 14 del MAS, 4 de UN y 2 de Podemos. Se votó por la primera versión, la que señala financiamiento mediante el IDH prefectural y municipal. Se estudiaron otras fuentes para concertar con la oposición y se demostró la imposibilidad, sobre todo la sostenibilidad, de fuentes alternativas. La sesión estuvo matizada por discursos, algunos insultos de parte de una parlamentaria del MNR que profirió epítetos de grueso calibre irrepetibles. La Bancada de UN apoyó el proyecto luego de un debate respetuoso, finalmente dos senadores de Podemos también apoyaron luego de denunciar presiones, amenazas de muerte y peligro de su integridad física por su disidencia. (Al próximo día le quemaron la casa en Pando) Asistimos a la promulgación en la misma Plaza Principal sentados al frontis del Palacio de Gobierno. Omitimos detalles del evento pero el resultado fue de excelencia, de cara al pueblo compuesto de marchistas, obreros, indígenas, profesionales, humanistas residuales del II Foro Internacional, visitantes, pueblo en general. La transparencia de la atmósfera llenó de alegría a todos los espíritus y de un leve tono sonrosado del cutis por el astro radiante altiplánico expuesto en el rostro de los participantes. Cantamos el Himno nacional levantando el puño izquierdo en alto y la diestra apretada sobre el corazón, imaginando como siempre al padre combatiendo en la trinchera del Chaco. Concluido el Acto oficial, observamos el desfile de todos los hermanos indígenas que con su presencia movilizada presionaron con su caminata y la vigilia sacrificada para que aprobemos la Ley. Fue entonces cuando nos llenamos de cálida emoción. Observamos la marcha de agradecimiento popular. Con la cabeza en alto, la frente tersa, los ojos elevados al tercer piso donde estaba el presidente Evo en la ventana central, saludando y agitando las manos en señal de regocijo. Los marchistas, agotados de caminar 300 kilómetros desde Caracollo a La Paz y la vigilia de largas horas sobre el cemento congelado, aún mostraban las señales de fatiga física; los hombres, bien plantados con sus ponchos y sombreros, los rostros curtidos de sol y tierra madre, los ojos henchidos de esperanza, las bocas abiertas en franca sonrisa, las visibles arrugas de los años gastados en frustrados empeños libertarios, ansiosos de valores éticos de inclusión y dignidad. Algunas mujeres bailaban en ruedo contentas al ritmo de la música andina tomadas las manos, retornaron a la primitiva danza de unidad. Pasaron mujeres y hombres de toda edad, algunos con niños en los brazos, otros con sus atuendos típicos pero ninguno portando armas ni profiriendo mueras ni insultos altisonantes. Yo aplaudí emocionado tratando infructuosamente de detener las lágrimas de alegría reivindicatoria. Estábamos ofreciendo un gesto libertario de justicia social después de 500 años. Tupaj Katari perdido entre la muchedumbre también aplaudía y gritaba al unísono: ¡GRACIAS! ¡GRACIAS! ¡VOLVERÉ Y SERÉ MILLONES! Al retirarme rumbo a la oficina del Senado, en la esquina que separa los dos palacios, estaba la viejecita del afiche, una menuda mujer saturada de arrugas, la piel curtida y el rostro pleno de utopía. Sola y multiplicada al infinito en años de antigüedad, cuidadora de la cultura milenaria. Mis acompañantes Rolando Martín y Ramón Verástegui, la señalaron indicándome que ella era la persona fotografiada en el conmovedor afiche. Me aproximé, la saludé atento, mas aún, me motivé a abrazarla, la besé repetidas veces en el hermoso rostro andino de Pachamama hecha carne humanizada; ella, en gesto tradicional subordinado quiso arrodillarse e hizo un gesto inicial de inclinación, no permití la estereotipia humilde, la levanté en los brazos, insistí en la ternura del abrazo agradecido y antes de partir, quebrado de afecto, la besé en la frente con el mismo calor y el respeto con que besaría a mi madre ausente si retornara a mi existencia o al Dios eterno de mi universo anímico. Valió vivir estas sublimes instancias. |