Marcelino Villarreal Bolpress Lo correcto sería que los ultras respondan por sus criminales anuncios y falsas alarmas, pero se hacen los desentendidos, acusando al gobierno de haber intentado el enfrentamiento, de manipular a los pobres indígenas y que por su parte “Santa Cruz demostró ser hospitalaria y le ganó al gobierno” y tonterías por el estilo. Al resto esta vez no los hallan ni las cámaras de los medios, están prácticamente ocultos, no de los “ponchos rojos” sino de la vergüenza porque han quedado mal parados. Su teatro se vino abajo porque el poderoso “enemigo” de Santa Cruz, que según ellos llegaba desde las montañas a comer niños y mujeres, sólo había en sus mentes patológicas. Los últimos días de furia de los autonomistas fanáticos causaron mucho miedo, hicieron un gran daño a la propia economía, sembraron la incertidumbre y provocaron la especulación que aún persisten y llegaron a incomodar en algo al gobierno. Pero les salió mal, recibieron mucho desprecio. El gobierno de Evo Morales, no tiene por qué quejarse. Debe estar agradecido porque a diferencia de los anteriores gobiernos que le han precedido, ninguno ha tenido a tan buenos publicistas, ninguno ha tenido unos enemigos que empujan a la gente a sus brazos, por ejemplo a los indígenas a manos del Estado que tanto los oprime. ¡Vienen los indígenas! ¡Vienen a saquear! ¡Vienen a violar! gritaba la cajita mentirosa Centa Reck, anunció que la parada militar iba a ser una distracción para los cruceños mientras el gobierno ordenaría a los indígenas la toma de propiedades de los agropecuarios, en síntesis ese día se iba a imponer el comunismo de corte “castro-chavista”. Ella llamó con desesperación a la “resistencia”. Por otro lado, Mario Serrate Ruiz, golpista visto metralleta en mano el 71, centralista de ayer y autonomista de hoy, en una entrevista hecha para el Canal de Cotas cable indicó que la llegada de los “ponchos rojos” era un precedente peligroso, que el centralismo ensayaba para, en un futuro cercano, amedrentar a Santa Cruz e impedir las autonomías con un ejército paralelo de indígenas, “…vienen desarmados por eso no se justifica que nos armemos… Luego Serrate se traicionó diciendo “…son un ejercito ridículo armado con fusiles antiguos Mauser, cuando ahora existen cosas modernas… podemos echar mano de eso para defendernos… los cruceños no debemos asustarnos porque somos de mentalidad moderna y abierta… ser hospitalario no significa ser boludario”. Tanta obscenidad verbal de los intolerantes y de los golpistas de antaño, que resucitan gracias al “todo por Santa Cruz”, indica que la matanza que presagiaban para el 7 de agosto la deseaban de verdad y que incluso buscaron generarla. Con ansia morbosa esperaban para anotar la hora en que la primera bala salga disparada y caiga el primer “cruceño” muerto para así tener de la ciudadanía el respaldo total y hacer a un lado a los tibios y culipanderos, que ven en todas partes, hasta en el Comité Cívico y la Prefectura. Ese es el fascismo más cavernario que intenta abrirse campo. El miedo cundió en vastos sectores de la clase media acomodada. Algunos dueños de locales y negocios llevaron armas de fuego a sus oficinas porque temían que se desate una ola de saqueos con la llegada de los indios. Ahora la ola de pánico se desinfla velozmente aunque los medios empresariales cumplieron papel central para generarla. Ellos prestaron sus micrófonos y sus cámaras a los ultristas para crear el miedo, como en otras ocasiones, durante días, los medios elaboraron sus editoriales con la trillada consigna de “¡Alerta, vienen los indios a saquear, a violar, a traer muerte!”. El matutino “El Mundo”, dirigido por el famoso Gordo Méndez, otro de los que antaño denunciaron a las logias cruceñas pero que hoy asumen su discurso fascista, el 22 de julio tituló en su portada contra la anunciada parada militar, “Santa Cruz Tomada”. Días antes del 7 cuando arribaron los campesinos para el desfile en El Trompillo, también afirmó que tenia todas las placas de los buses en las que los “ponchos rojos” estaban viajando a Santa Cruz y que en uno de ellos había armas de fuego. El número 225 de este semanario, aparecido el viernes 27 de julio, mostraba en su portada una foto en la que Evo y García Linera visten de ponchos rojos. Su titular grita ¡A la carga!, con lo cual se transmite el mensaje de que el gobierno se lanzaba a la guerra y contra “Santa Cruz”. No es la primera vez que los medios de la oficialidad cruceñista alarman a la gente con la llegada de grupos campesinos o indígenas. Con la parada militar, intentaron reeditar la experiencia del 17 de octubre que les salió de maravillas, y gracias a lo cual los unionistas, los cívicos y sus aliados propinaron una golpiza brutal a una marcha campesina que junto a universitarios y trabajadores llegó hasta la plaza 24 de Septiembre para festejar la caída de Sánchez de Lozada. Pero por tanto mentir esta vez la cosa no les salió. A pesar de este revés, los medios y en especial la cajita mentirosa, no se rinden y persisten con sus mentiras y calumnias contra los que ellos califican como “traidores”, “enemigos de Santa Cruz”, sin dar mayores explicaciones. Luego de los ponchos rojos ¿quién viene? ¡Viene Chávez! ¡A robarnos! ¡A colonizarnos! ¡A humillarnos! ¡A mandarnos! O viene la… ¡Capitalía! Gritan estos psicóticos. Las ultras y los medios asustaron a todo el país y al propio gobierno El gobierno esperaba una provocación descomunal pero se encontró con unos payasos al frente. La “policía sindical” de la COD de Edwin Fernández, que se propuso impedir a palos que los indígenas salgan del aeropuerto, apareció para sentar presencia de forma un tanto ridícula. Eran tan pocos que hicieron caravana de autos para aparentar bollo dando vueltas alrededor del aeropuerto recibiendo en varios puntos la rechifla de la gente. Los hermanos Martínez, junto a los unionistas, también aparecieron comandando a un puñado de mal vivientes que se dicen de la FUL. Luciendo baldes y escobas recién comprados se proponían dizque limpiar a Santa Cruz de “collas”. El prefecto que asistió como dijo, se tuvo que quedar a ver todo. No hubieron los francotiradores que anunció iban a disparar contra la gente para echárselos a él. Tampoco hubo insultos ni ofensas a “Santa Cruz”, o sea a él también, obviamente. La jornada no fue de pelea como se amenazaba sino de distracción. La pelea entre intolerantes y moderados abre camino al acuerdo entre cívicos y masistas Pero fue la decisión del grueso de la dirigencia de PODEMOS, de desmarcarse de los intolerantes, lo que terminó por desinflar el falso ambiente de guerra que se iba montando. Los fanáticos como Jorge Landivar, acusan a PODEMOS de traicionar a “Santa Cruz” a cambio de evitar el juicio de responsabilidades a Tuto Quiroga, lo que suena a una tontera porque ese juicio duerme el sueño de los justos desde hace rato con el gobierno del MAS. Tampoco el Prefecto se salva luego de que no les hizo caso e igual asistió a la parada militar. Paula Peña, la historiadora intolerante, lo acusa de ser un demagogo, un político cualquiera, un militante del MBL que ha copado los cargos de la Prefectura con emebelistas. Por su parte PODEMOS responde que no ha traicionado a nadie y asegura que consensuaron con el MAS para prolongar el funcionamiento de la constituyente al analizar la situación de posible confrontación bélica entre regiones y que nadie quiere una guerra civil en el país porque tanto los del occidente como los del oriente están íntimamente relacionados, contraviniendo así las teorías de eterna confrontación entre “oriente” y “occidente” que acuñaron los fanáticos. Esta división entre los cívicos, que es apenas la punta del iceberg, se ventiló en el programa “Que no me pierda”, de Enrique Salazar, transmitido el 9 de agosto. Allí Jorge Landivar cruzó palabras con Tonin Franco en un debate tenso. Las declaraciones de Landivar tuvieron un tono lastimero de reclamo que parecía decir “por qué nos dejaron solos en El trompillo, traidores”. Franco, con cierta habilidad desenmascaró a Landivar como un político disfrazado de analista. Dirigiéndose a Landivar, el senador Franco decía “hable como político no como analista”, también aseguró que las intenciones de su grupo de radicales que buscaron impedir que se alargue el funcionamiento de la Asamblea Constituyente era conseguir una nueva elección de asambleístas para lanzarse como candidatos. Landivar se sintió descubierto y quiso echar mano de su investidura de past presidente del Comité Cívico pero sólo logró que Enrique Salazar lo censure diciéndole “por favor, usted no ha venido aquí en representación del Comité Cívico…”. Salazar está un tanto molestó con estos que usaron sus micrófonos para que lancen sus anuncios de cataclismo para Santa Cruz, durante toda la semana previa al 6 de agosto haciendo que su programa caiga en mayor descrédito. A una semana de la parada militar, por su programa ya no pasan Amelia Dimitri, la Landau y otros. El pasado 15 de agosto, el Gobierno recibió a los cívicos en Palacio Quemado. Estos asistieron a ella casi implorando, con su liderazgo en entredicho después de quedar como mentirosos, manchados por dejarse arrastrar por los radicales. Para sorpresa de todos, terminada dicha reunión, el gobierno reconoció a los cívicos como la representación legítima de las regiones y estos anunciaron que a pesar de algunas cosas, el gobierno se mostró conciliador, diferente. El Gobierno se ha dado cuenta de que los cívicos son puro show mediático, que no tienen apoyo popular, pero igual les hace el favor de permitirles sobrevivir ¿será que aplica la teoría esa de la complementariedad de los opuestos? En realidad, cívicos y Gobierno se necesitan, sin el uno, el otro perdería popularidad y razón de existencia. La whipala solitaria. La autodeterminación de las nacionalidades oprimidas aun está vigente La parada militar ratificó la alianza entre las cúpulas anticomunistas y nacionalistas del movimiento campesino con el alto mando del Ejército boliviano, alianza que algunos consideran acertadamente que puede volcarse contra el propio Evo Morales si este fracasa en mantener controlada a las masas o si es incapaz de seguir imponiéndose sobre las ambiciones de los caudillos y oportunistas que le rodean. Ese siempre ha sido el periplo de los caudillos nacionalistas pro burgueses, cría bajos su sombra a sus futuros verdugos y golpistas. El reformismo encuba más fascismo. A pesar de la prohibición, una solitaria whipala logró ser izada y pasó ante el palco oficial donde estaban Evo y el Prefecto. Para los medios racistas fue un atrevimiento. Sí, porque a pesar de que los dirigentes y jilakatas los empujan a someterse al Estado que los oprime, los de base le hacen recuerdo a un Evo cada días menos “izquierdista” e “indigenista” que la autodeterminación de los pueblos indígenas aún está pendiente, que la bandera sigue izada y que la distracción patriotera que llega cada 6 de agosto no los emborracha mas allá de esa fecha. |