…”Ahora queda luchar por la Unión de Latinoamérica, reconstruir el Tahuantinsuyo o la Patria grande de Bolívar para vivir bien”… Comienza la nueva historia de Bolivia: Declaraciones de Evo Morales luego del resultado electoral. 18 de dic. 2005. Evo Morales arrasó. Superó el 51% de los votos pese a la sucia campaña de la derecha, pese a los medios y la CNN que apelaron al miedo, el atraso y la mentira. Pese a la depuración de votantes que impidió a cientos de miles de bolivianos ejercer su legítimo derecho a expresar su voluntad soberana. Pese al odio ancestral de la oligarquía y los grandes monopolios, el Movimiento al Socialismo (MAS) liderado por Evo Morales arrasó en las elecciones celebradas este domingo en el país andino. No era previsible en los fríos cálculos de Wall Street. Jamás soñaron que un campesino, un hombre de origen indígena, un pastor humildísimo, alguien que sin una gran maquinaria mediática detrás ni colosales sumas de dinero, llegaría a disputarles el poder. No contaron que ese alguien, había construido desde muy abajo una herramienta que representaba a la inmensa mayoría del pueblo boliviano. Desde la raíz de la tierra, desde la pobreza más dolorosa, esa que se dibuja en la cara y en las manos de los pobres. Esa pobreza ancestral que le secuestró el brillo a la mirada de los niños bolivianos. Niños destinados a la siembra, a las minas y a la muerte. Niñas que a los 10 años se convierten en vendedoras ambulantes o sirvientas. Niños y niñas cargados en las espaldas de sus madres, mientras ellas trabajan vendiendo en la ciudad lo que sus familias cosechan. Niños acostumbrados al trabajo desde que nacen. Niños sin arrullo ni cálida cuna, solo el calor de la manta que envuelve el hombro cansado de sus madres. Desde que nacen aprenden a soportar el frío, el calor o la lluvia. Niños y niñas que crecen sin juguetes, escuelas, canciones o risas. En los años 80 llegó a mis manos un libro de una mujer boliviana, esposa de un minero. El texto que leíamos a escondidas bajo la dictadura militar argentina fue pasando de mano en mano. Aquel testimonio de Domitila Chungara pedía permiso para relatar al mundo la verdad soterrada que vivían los mineros bolivianos.”Si me dejan hablar” era estremecedor. Domitila contaba la vida de los mineros, la vida de una familia, donde los hombres se hacían ancianos a los 35 años y las mujeres se surcaban de arrugas a los 30. Familias enteras como la de Domitila que se hacinaban malviviendo en barracones mientras sus esposos trabajaban en las minas. Ellas quedaban viudas y los niños sin padre. Los mineros morían de estaño en la sangre, tuberculosis o el derrumbe de una mina. Los niños, de cualquier enfermedad curable o de hambre; las mujeres morían de miseria o de parto. La victoria de Evo Morales es la victoria de los excluidos, humillados y olvidados. Es la victoria del pueblo. El espíritu de Tupac Amarú vuelve a vencer para hacer de esta Bolivia, tan amada por el Libertador que la bautizó con su nombre, el Potosí que saquearon durante cinco siglos de exterminio. Nuevos vientos recorren nuestra América. El Che estará sonriendo, mientras piensa en todos los combates que habrá que librar a partir de esta ahora en que el ALBA se abre paso entre tanta oscuridad. Nuestros corazones están de fiesta celebrando este triunfo de nuestra América morena. Nuestros brazos y nuestras voces dispuestos a apoyarlos y defenderlos en esta hora que nace para que nuestros niños y niñas bolivianos recobren el brillo de sus ojos y la luz de su sonrisa. Salud Presidente de Bolivia Evo Morales, compañero de luchas contra el Alca, solidario en todas las batallas, que Tupac Amaru te bendiga y Bolivar te proteja con su espada. |