El Deber: Guisela López sep 2004 “No me acuerdo de nada, me he olvidado de todo. Pregúntenle a mi esposo, él recuerda”, contesta Etelvina cuando se le pregunta sobre las circunstancias en que murió Marlene. Marlene no tenía que morir por varias razones. Vivía en una casa distante a un kilómetro del pueblo de Warisata, en plena pampa, lejos de donde las fuerzas combinadas (Policía y Ejército) arremetían contra los enfurecidos campesinos que comenzaban la defensa de los recursos hidrocarburíferos del país. La niña y sus padres no estaban participando en las movilizaciones (bloqueos) campesinas. Un año después La suegra de Etelvina, Rosenda, contó que el 20 de septiembre del año pasado, Marlene estaba en el dormitorio cuidando a su madre que había dado a luz esos días. “Entonces, mi nietita se puso a mirar por la ventana y ahí cayó”, recordó. El dolor que todavía se siente en la casa de Marlene se repite en la de Simael Marcos Quispe, el estudiante de la Normal de Warisata que también pereció por un balazo, y en la de Juan Cosme, el profesor desocupado que también murió baleado por las fuerzas militares y dejó a su esposa y siete hijos. Dos horas de terror Si bien el dolor es más profundo para las familias de los que perecieron, los habitantes de Warisata no pueden olvidar el pánico que sintieron el 20 de septiembre del año pasado. Todos coinciden en una misma versión: El Ejército y la Policía atacaron el pueblo y no vacilan en reconocer que hubo resistencia. “Nos defendimos con los viejos fusiles de la Guerra del Chaco que tenían guardados nuestros padres que combatieron en esa época”, dijo Marcelino Huanca, dirigente del Sindicato K’uchowarisata. Pero no fue suficiente, ya que en menos de dos horas Warisata fue tomada por las fuerzas del orden. Para lograrlo, las fuerzas combinadas (Ejército y Policía) tenían que romper el bloqueo de los warisateños que acataban la instructiva de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB) de interrumpir las vías camineras para evitar la venta de gas a Estados Unidos a través de un puerto chileno. Las huellas quedan Las huellas que tampoco se pueden borrar son las que quedaron en la memoria y el sentimiento de los warisateños. “Los soldados y policías patearon la puerta de mi casa y se entraron. Con mis hijos nos encerramos en un dormitorio y trancamos la puerta con el ropero. Estábamos calladitos mientras ellos pateaban la puerta para entrar. Nos tiraron gases lacrimógenos por la ventana y mi hija menor (cinco años) se desmayó”, relató Natalia, una mujer de pollera cuya casa está casi en la esquina de la plaza principal de Warisata, donde estaban parapetados los campesinos de la resistencia. Con allanamientos Los hombres warisateños, que estaban movilizados en el bloqueo y la resistencia, huyeron del pueblo en medio de los disparos de militares y policías. Con graves daños La única víctima fatal de las fuerzas combinadas, que se registra oficialmente, fue un conscripto de 19 años. Sergio Vargas Castro murió por un impacto de bala en el pecho, según informes oficiales. Pena de 30 años para Goni “…Él (por Goni) es el principal culpable y no puede eludir, por eso estamos alertas. Queremos ver hasta dónde llega en sus intenciones (de pedir juicio justo)”, afirmó Marcelino Huanca, secretario general del Sindicato Agrario de K’uchowarisata (una de las cuatro comunidades que forman parte del Sindicato Agrario de Warisata). Para Warisata hay dos culpables de los sucesos: el ex presidente Sánchez de Lozada y el ex ministro Carlos Sánchez Berzaín; a este último le acusan de haber comandado personalmente la masacre en Warisata y en poblaciones cercanas a Sorata, donde perecieron otras tres personas ese 20 de septiembre. Cámara Hotelera de Sorata asegura que Carlos Sánchez Berzaín provocó “Ellos estaban felices de quedarse varios días en Sorata cuando les dijimos que no podían irse porque la carretera estaba bloqueada. Incluso algunos se inscribieron para hacer cursos de tejido. Además, les dijimos que no les íbamos a cobrar por la estadía obligatoria”, sostuvo la propietaria del hotel Oasis, donde estaban hospedados turistas israelitas, ingleses y estadounidenses. Sin embargo, el 19 de septiembre llegó el ministro de Defensa, Carlos Sánchez Berzaín, en un helicóptero que aterrizó en la cancha del fútbol de Sorata e inmediatamente se contactó con los choferes de los buses que había en el pueblo y les ofertó pagarles lo que quisieran para trasladar a La Paz al medio centenar de turistas extranjeros que estaban en Sorata. El rechazo Llegaron al pueblo e intentaron agredir al Ministro. Hay quienes aseguran que un comunario le dio un puñetazo a la autoridad; otra versión afirma que un maestro le dio una bofetada al Ministro. Se fue con la caravana Por la noche, lo que quedaba del hotel fue saqueado. Las versiones en Sorata dan cuenta de que los campesinos vieron a Kramer abrazado con Sánchez Berzaín cuando éste llegó a Sorata. Kramer y su familia salieron en el convoy de buses que evacuó a los turistas. Del hotel Copacabana no queda casi nada en Sorata. Un letrero que informa “intervenido por la Junta de Vecinos de Sorata” identifica las ruinas del ex alojamiento. Familiares preparan homenajes para los muertos Nelson Salinas, de la Asociación de Familiares de los Muertos en la “guerra del gas”, informó que los homenajes para los caídos empezarán en Warisata. La madrugada del 20 de septiembre de 2003, un contingente de militares y policías atravesó las poblaciones de Achacachi y Warisata para llegar hasta la localidad de Sorata, donde decenas de turistas bolivianos y extranjeros permanecían varados por causa del bloqueo de caminos. El entonces ministro Carlos Sánchez Berzaín estaba a cargo del operativo a bordo de un helicóptero. Los uniformados entraron a Sorata, pero ya no pudieron salir de ahí. Al ver roto su bloqueo, los campesinos reaccionaron y volvieron a las carreteras para impedir el paso de la caravana de buses. Los militares abrieron paso bajo fuego. Como resultado de esa intervención murieron cinco personas. Homenajes A los actos de homenaje en Warisata seguirán los de El Alto, donde más de medio centenar de personas murieron, entre el 10 y el 17 de octubre de 2003, por balas disparadas por los militares. Guerra del gas La violencia comenzó el 20 de septiembre en Sorata y Warisata. Los hechos se agravaron entre el 10 y el 17 de octubre, con la masacre en El Alto. A un año de esos hechos, las investigaciones apenas han avanzado. El juicio de responsabilidades espera en el Congreso su autorización o rechazo. El ex presidente Sánchez de Lozada salió del país para vivir en Estados Unidos. |