Son demasiadas ya las señales que ha enviado Chile que muestran que se traen algo entre manos; algo que debe preocuparnos porque no parece ser nada bueno. El tensionamiento de las precarias relaciones entre los dos países ha llegado a un extremo tal, que las autoridades bolivianas deben realizar un cuidadoso análisis de todos los factores geopolíticos y económicos que puedan estar impulsando al vecino país para crear condiciones adecuadas para lanzarse a una aventura expansionista. Ya sabemos que esa fue y será la vocación chilena lo cual no debe extrañarnos. Su propio escudo nacional reza “Por la Razón o por la fuerza”. La situación presente está mucho más allá de un simple aumento de tarifas portuarias, la privatización de un puerto o una pataleta de doña Soledad Alvear. No nos engañemos, no se trata de un asunto meramente electoral chileno, se trata de necesidades geopolíticas de supervivencia. Ellos están creciendo económicamente a un ritmo sostenido de más del 4% anual, con un PIB de 72.000 millones de dólares y con exportaciones que han superado los 20.000 millones, sedientos ahora de energía y agua, elementos básicos para mantener ese desarrollo. Nosotros, a poquísima distancia, disponemos de esos recursos naturales en abundancia. ¿Sería atrevido pensar que Chile ha elaborado planes para apoderarse de ellos? ¿No lo hicieron ya con el guano y el salitre? El armamentismo en que están empeñados parece reforzar esas ideas. Chile dispone más del 3% anual de su producto interno bruto en gastos militares. Eso significa una suma mayor a dos mil millones de dólares cada año… ¿Para qué? Pues para comprar aviones, tanques, fragatas y mantener las fuerzas armadas más sofisticadas de Sudamérica. Sólo Brasil podría hacerle frente, pero no por superioridad bélica-tecnológica sino por el tamaño de su economía. En anterior artículo, en esta misma columna, decía que Chile, históricamente, dio las espaldas a sus vecinos para mirar sumisamente a las potencias imperiales. Inglaterra primero y Estados Unidos después. Confirmó esa subordinación durante la guerra de Las Malvinas. Hoy, prosiguiendo esas anacrónicas poses fascistas, hace apuntar a sus carros de combate hacia territorios peruanos y bolivianos, haciendo alarde de desprecio a reuniones integracionistas latinoamericanas. Efectivamente, coincidiendo con una reunión de los presidentes de Brasil, Perú y Bolivia en la que se hablaba de integración y cooperación, Chile realizó maniobras militares muy cerca de la frontera con Perú y Bolivia. Se sabe que Brasil, precautelando el equilibrio geopolítico subcontinental, se vio obligado a llevar tropas a la frontera con Bolivia, como advertencia a Chile de que no permitirían aventuras expansionistas. ¡Me refiero al mes de agosto de 2004! Pero, no olvidemos que ese frágil equilibrio no siempre es suficiente para detener acontecimientos movidos por enormes intereses económicos. Se teme hoy que Chile estaría manejando la teoría de “Ocupar primero y negociar después”…Negociar con nuestros vecinos, por supuesto, no con nosotros. El gas boliviano es requerido y codiciado por empresas transnacionales que no dudarían ni un segundo en impulsar a Chile a un lance bélico. Compañías petroleras cuyo origen está en las mismas potencias imperiales a las que Chile estuvo siempre subordinado. ¡Poderosos enemigos tiene Bolivia! Se dice que las guerras del siglo XXI serán ocasionadas por el control del agua dulce, el oxígeno y la energía. Bolivia cuenta con los tres, Chile con ninguno. |