- El antecedente corrupto de la democracia
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En un país como Bolivia, que fue gobernado más de un siglo por la misma casta criolla, colonizada y neoliberal, poco o nada se hizo para enfrentar la corrupción en serio.
Los gobernantes sucesivos se llenaban la boca con discursos contra ese flagelo, pero en la práctica eran parte de la telaraña que los enriquecía de manera fácil y rápida.
El poder político en Bolivia fue utilizado abiertamente para obtener favores de toda índole y réditos económicos sin que nadie, absolutamente nadie en esas élites gobernantes, sintiera rubor alguno.
Por décadas, quienes eran parte del aparato estatal consideraron que robar era el propósito de su presencia en esta tierra. Aquellos dichos populares como “el vivo vive del sonso y el zonzo de su trabajo” o más: “El que no roba es un gil”, se hicieron carne en muchos gobernantes del pasado.
El tango Cambalache ‘dibuja’ con precisión no sólo a la sociedad capitalista decadente, sino al Estado neoliberal y sus viejos actores políticos. La Revista 7 Días, de Cambio, publicó ayer domingo un reportaje completo sobre los alcances que tuvo la quiebra de bancos en la década de los 90 del siglo pasado, hecho que lleva el sello del neoliberalismo de la mano de Gonzalo Sánchez de Lozada, hoy refugiado en Estados Unidos.
Aquella gran estafa al país le costó a Bolivia nada más ni nada menos de mil millones de dólares, señala la publicación.
“En la historia financiera de Bolivia se registra la estafa de mil millones de dólares durante la década de los 90, producto del cierre forzoso o quiebra de bancos ocasionada por inescrupulosos banqueros en medio de escandalosos delitos que van desde organización criminal, falsedad material e ideológica, uso tramposo de documentos falsificados, hipotecas con garantías inexistentes, incumplimiento de contratos, evasión de impuestos, desvío de cuentas fiscales, uso arbitrario de fondos provenientes de créditos internacionales, complicidad, encubrimiento, hasta una impresionante cartera de créditos incestuosos con el uso de palos blancos o testaferros, y préstamos entre ellos mismos”, dice el informe.
La historia de la banca en Bolivia es digna de estudio y la publicación que anuncia la Revista 7 Días permitirá abrir una importante veta para explicar, en muchos casos, las fortunas ilícitas de cientos de ricachones que estuvieron involucrados con las mafias que gobernaron.
El reportaje señala que “entre 1993 y 1997, Gonzalo Sánchez de Lozada y su operador Alfonso Revollo Thenier pusieron a la venta todas las empresas del Estado a título de capitalización. Para llevar adelante aquel proceso de ‘enajenación’, el gobierno de Sánchez de Lozada requería proyectar una imagen internacional de solvencia financiera.
Con lo que no contaban aquellos dos personajes –según el autor de la obra– era con la ‘astucia’ de los banqueros que, para ese momento, ya habían dilapidado todos sus recursos, lo que ponía en riesgo el ‘proyecto gonista’.
Para superar este escollo, Goni dicta, el 13 de agosto de 1994, el Decreto 23841, por el que se crea un colchón financiero en favor de la banca resolviendo ‘otorgar créditos, garantías y avales, a mediano y largo plazo, a entidades financieras privadas legalmente establecidas en el país’.
Y para un mejor blindaje, aquel mismo Decreto establece que ‘cuando el Banco Central de Bolivia no pueda recuperar el dinero con el que cubra las deudas de la banca privada (…), corresponderá al Tesoro General de la Nación cubrir las pérdidas ocasionadas en el instituto emisor, reembolsando los saldos por concepto de activos comprados, garantías y avales no recuperados, con bonos redimibles a 99 años’”.
Toda una mafia del gonismo en favor de sus compinches.
Los magnates criollos, es decir, los corruptos de cuello blanco, se llenaron los bolsillos con dinero de los bolivianos sin ningún problema, pues tenían las arcas del Estado a su disposición. ¿Cuánta nostalgia sentirán los sinvergüenzas neoliberales? ¿Cuánta materia para ‘reflexionar’ para aquellos pálidos académicos del liberalismo que dejaron la suerte de los bolivianos a la voracidad del mercado, controlado por ellos?
Al respecto, un artículo de Ignacio Ramonet, en Le Monde Diplomatique, reproducido en Lecturas de Cambio señala: “Ningún dirigente debe olvidar que la democracia es esencialmente un proyecto ético, basado en la virtud y en un sistema de valores sociales y morales que dan sentido al ejercicio del poder.
Afirma José Vidal-Beneyto, en su libro póstumo y de indispensable lectura, que cuando en una democracia “las principales fuerzas políticas, en plena armonía mafiosa, se ponen de acuerdo para timar a los ciudadanos”, se produce un descrédito de la democracia, una repulsa de la política, un aumento de la abstención y, más peligroso, una subida de la extrema derecha.
Y concluye: “El Gobierno se corrompe por la corrupción y cuando hay corrupción en la democracia, la corrompida es la democracia”.
El autor describe con precisión la corrupción que hoy golpea a las democracias europeas, particularmente a Francia, el Reino Unido e Italia.
“Según el Banco Mundial, cada año, en el planeta, los flujos de dinero procedentes de la corrupción, de actividades delictivas y de la evasión de fondos hacia los paraísos fiscales alcanza la astronómica suma de 1,6 billones de euros… De ese montante, unos 250.000 millones corresponden al fraude fiscal realizado anualmente sólo en la Unión Europea. Reinyectados en la economía legal, esos millones permitirían evitar los actuales planes de austeridad y ajuste que tantos estragos sociales están causando”.
Esta razón es suficiente para comprender la importancia de la lucha contra la corrupción en Bolivia en todos los frentes y todos los días.
Ningún dirigente debe olvidar que la democracia es esencialmente un proyecto ético, basado en la virtud y en un sistema de valores sociales y morales que dan sentido al ejercicio del poder. Durante el neoliberalismo, ésta fue prostituida y puesta al servicio de los ricos.