Mientras jerarquía católica es golpista y racista, párroco de los oprimidos lucha con su pueblo
kaosenlared.net
Mientras el alto clero de la iglesia católica es parte de la oligarquía racista y golpista, el cura sin jerarquías ni charreteras Guechi Revelin, ayudó a las víctimas de la masacre de Senkata, El Alto, ejecutada en noviembre de 2019 durante la dictadura de Jeanine Áñez, y señaló que el informe del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes es una “luz de esperanza” para lograr justicia y verdad.
El párroco que está a cargo de un templo sencillo del sector 25 de julio, zona de Senkata, convirtió el recinto parroquial en hospital improvisado de atención a los heridos, en reposo para los perseguidos y luego en una morgue para los asesinados.
Guechi Revelin manifestó que “No podía quedarme mirando desde el campanario como un simple espectador o de rodillas ante el Santísimo mientras mi pueblo estaba en graves conflictos. Salí (en noviembre de 2019) agarrando mi bandera blanca y me arrebataron en el camino pensando que era de (Luis Fernando) Camacho y seguí entre los gases y todo el lío. Tomé a los heridos, a los fallecidos, hicimos llegar a la plaza, no dudé ni dos veces en abrir la iglesia sin autorización, no había ni espacio ni tiempo para eso. Yo he jurado, he decidido esta opción de acompañar a mi pueblo, lo haré hasta el último día de mi vida”.
En el templo de los oprimidos de Senkata se organizó un altar de homenaje a los caídos en la masacre de 2019. Allí el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes dio a conocer su informe sobre las graves violaciones a los Derechos Humanos, ejecuciones sumarias, torturas, abusos sexuales y detenciones ilegales cometidas por la policía y los militares desde los primeros momentos del golpe de Estado y dictadura de Jeanine Áñez.
Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes:
Golpe de Estado significó masacres, racismo, violencia sexual e ilegalidad
El informe del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes, GIEI-Bolivia, que fue entregado este martes 17 de agosto, revela que durante la imposición de la dictadura de Jeanine Áñez se realizaron masacres, ejecuciones, persecución, racismo, abuso sexual y ruptura del orden constitucional.
Aquí están algunas de las principales conclusiones de la investigación autónoma:
1.- Entre el 1º de septiembre y el 31 de diciembre de 2019 se perpetraron masacres, torturas, persecuciones, detenciones ilegales, actos de racismo y graves violaciones de los Derechos Humanos en Bolivia.
2.- Al menos 38 personas perdieron la vida por las masacres y hechos de violencia en diversos lugares del país, y centenares de personas recibieron lesiones de consideración, tanto físicas como psicológicas.
3.- La Policía y las Fuerzas Armadas, de forma separada o en operativos conjuntos, usaron la fuerza de modo excesivo y desproporcionado, y no previnieron adecuadamente los actos de violencia; dejaron desprotegidos a los ciudadanos y ciudadanas e incumplieron su rol constitucional.
4.- El Decreto Supremo 4078 fue promulgado para eximir de responsabilidad penal al personal de las FF.AA.
El régimen de Jeanine Áñez impuso el 16 de noviembre de 2019 el Decreto Supremo 4078, que libera a las Fuerzas Armadas de cualquier responsabilidad penal:
«El personal de las Fuerzas Armadas que participe en los operativos para el restablecimiento del orden y estabilidad pública, estará exento de responsabilidad penal cuando en cumplimiento de sus funciones constitucionales, actúen en legítima defensa o Estado de necesidad».
El 19 de noviembre se ejecutó la masacre de Senkata donde 10 personas fueron asesinadas y un centenar resultaron heridos. El Decreto Supremo permitió ofrecerle la legalidad a la Policía y Fuerzas Armadas para acribillar a la población, incrementar la violencia y la violación de los derechos humanos.
El D.S. fue derogado por la dictadura el 28 de noviembre de 2019, luego de ejecutadas las masacres y cumplido su fin de dotar de impunidad a los criminales.
5.- La masacre de Senkata con 10 víctimas fatales y 78 heridos de bala, fue justificada por el gobierno de facto con la versión de que los manifestantes pretendían quemar la planta de gas en El Alto. La investigación demostró que no se encontraron evidencias que respalden esta teoría, no se halló material explosivo en el área, las estructuras sensibles de la planta no fueron amenazadas por las protestas.
6.- Se han comprobado ejecuciones sumarias en las masacres de Sacaba, Senkata y El Pedregal.
El informe de la GIEI confirma que las autopsias de los diez fallecidos en Sacaba notifican lesiones vitales causadas o compatibles con proyectil de arma de fuego. Las lesiones son todas en el abdomen, tórax y cabeza. Siete de las víctimas presentaban orificios de entrada y salida de proyectil de arma de fuego, lo que indica disparos con rifles y munición de alta precisión.
El GIEI notificó que en la masacre de Senkata las fuerzas golpistas desarrollaron una operación de persecución violenta en contra de los manifestantes, la cual se materializó en un conjunto de ejecuciones sin amparo legal, a lo largo de seis horas, no solamente en la avenida 6 de marzo y en el área directamente aledaña a la planta de YPFB, sino también en los alrededores.
Algunas autopsias realizadas identificaron que las lesiones sufridas por las víctimas fatales fueron producidas por cartuchos de 9 mm, un arma utilizada por policías y militares.
7.- Se constataron casos de violencia sexual y violencia en razón de género, mujeres aprehendidas fueron sometidas a manoseos de carácter sexual y vejaciones por parte de agentes policiales, se las obligó a desnudarse y fueron brutalmente golpeadas. Se identificó también violencia obstétrica.
8.- Se constataron hechos de tortura y vejámenes psicológicos y racistas cometidos por agentes policiales en contra de detenidos, en su mayoría jóvenes e indígenas.
9.- En el marco de la polarización social y política que se profundizaba, se apeló a la identidad étnica como criterio que señalaba la pertenencia o no a la sociedad boliviana.
10.- Algunas aprehensiones indican discriminación racial, con la humillación de los detenidos debido a sus rasgos fenotípicos asociados al origen indígena.
11.- La violencia racista perpetrada contra los pueblos indígenas, incluyendo a las mujeres indígenas que fueron especialmente atacadas en esa época, debe ser reconocida y los responsables, sancionados.
12.- También las adhesiones políticas fueron peligrosamente racializadas y en momentos trascendentes pretendieron ser usadas como factor de exclusión de los espacios institucionales.
13.- Los hechos de discriminación racial se manifestaron en mayor medida en las acciones conjuntas de militares y policías. La represión y el uso de lenguaje racista y antiindígena se dirigió exclusivamente en contra de la población movilizada que en su mayoría era indígena, obrera y campesina, tal como ocurrió en Betanzos, Yapacaní, Montero, Sacaba y Senkata. En efecto, la gran mayoría de las personas heridas, asesinadas o detenidas desde el 10 de noviembre pertenecían a ese segmento poblacional.
14.- Se constataron tratos discriminatorios en servicios de atención médica para varios heridos de bala que acudieron para recibir socorro y muchos optaron por no recurrir a los hospitales y centros públicos.
15.- Grupos de choque (RJC y UJC) protagonizaron actos de violencia y ataques a personas y a bienes públicos y privados ante la pasividad deliberada de la Policía. Asumieron tareas “parapoliciales” durante el motín policial.
16.- Se vulneró sistemáticamente el derecho a la presunción de inocencia, se detuvieron, procesaron y encarcelaron a personas por publicaciones en redes sociales, por prestar auxilio a otras, por brindar asistencia médica, por su vestimenta, apariencia o rasgos faciales.
17.- El uso de la Biblia y la religión durante los cabildos de los comités cívicos jugaron un papel relevante para justificar la causa divina de su movimiento contra Evo Morales y fomentar una idea antiindigenista.
18.- Policía y Fuerzas Armadas asumieron conductas que contribuyeron al aumento de la violencia y la violación de los derechos humanos. Durante los días del conflicto, la Policía Boliviana no fue capaz de resguardar el ejercicio pleno del derecho a la protesta ni cumplió adecuadamente con su deber de evitar actos de violencia, garantizar la seguridad de las personas y el orden público.
19.- Se vulneraron los derechos de periodistas que fueron identificados como “afines” al gobierno depuesto, acusados de ser “masistas”.
La investigación del GIEI confirmó la opinión unánime que entre el 1 de septiembre y 31 de diciembre de 2019, se registraron numerosos casos de agresión verbal y física a periodistas, entre ellas a Adriana Mendoza, de la cadena Gigavisión; Adair Pinto, que recibió amenazas de muerte de un policía; Carlos Cornejo, que fue detenido el 16 de diciembre en El Alto acusado de sedición e instigación a delinquir. A la lista también se suma la detención del periodista argentino, Facundo Morales.
20.- Ruptura del orden constitucional (Interpretación):
El informe señala claramente que no había quórum en el senado cuando Áñez se proclamó presidenta del Senado, más adelante, también sin el quórum requerido en la Asamblea Legislativa Plurinacional repitió el ilícito y Áñez también se declaró presidenta interina del Estado Plurinacional.
Lo anterior confirma, el quiebre del orden constitucional establecido por la Ley, pues se vulneró la CPE, los reglamentos de la asamblea legislativa y de la cámara de Senadores.
Presidente Luis Arce advierte que no aceptará un pacto de silencio con el golpismo
El ministro del gobierno democrático, Eduardo del Castillo, señaló este miércoles 18 de agosto que hay que comenzar un proceso de reconciliación en el país, pero descartando cualquier tipo de pacto de silencio.
En igual sentido el presidente Luis Arce advirtió que no se aceptará ningún pacto de silencio porque considera que los responsables de la dictadura de Jeanine Áñez pretenden acallar todo lo ocurrido durante su régimen, bajo la amenaza de un nuevo golpe de Estado.
Arce indicó que, “Los responsables del gobierno de facto y división de los bolivianos pretenden inducirnos a un pacto de silencio, que acalle todo lo ocurrido durante los años 2019 y 2020, bajo amenaza de precisamente un nuevo golpe de Estado; (pero) escúchenme bien, como gobierno nacional, como movimiento social, como bolivianos, no vamos a aceptar un pacto del silencio”.
El Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes, GIEI,, que investigó acuciosa y objetivamente el golpe de Estado de noviembre de 2019, concluyó que en el último trimestre de ese año se cometieron graves violaciones de los derechos humanos y entre sus recomendaciones planteó, “realizar una cumbre nacional sobre el racismo y la discriminación”.
Al respecto, Eduardo del Castillo expresó que, “nos manifiestan que en Bolivia necesitamos realizar una cumbre contra el racismo y toda forma de discriminación (porque) hemos visto (de acuerdo al detalle del informe del GIEI) que las grandes vulneraciones de derechos humanos en nuestro país han tenido un índole racista, han tenido un tinte discriminatorio, un tinte patriarcal que han generado una serie de vulneraciones no solo a los pueblos indígenas sino también a las mujeres que habitan nuestro país”.