Iglesia Católica

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    Los jerarcas

Por: Fortunato Esquivel
Tras la cortina de incienso
Una vez más, el príncipe de la Iglesia Católica , provocó controversia con sus semanales sermones, cargados de mensajes políticos y en esta ocasión expresando que el narcotráfico y el terrorismo se están apoderando de Bolivia.

Cada domingo, la verborrea del religioso utiliza esa sutileza de no decir las cosas de frente, sino enviar mensajes poco menos que subliminales para ser «entendidas» entre líneas.

El presidente de la república y su propio entorno político, reaccionó de inmediato, calificándolas como políticas, cuyo contenido tiene que ver más con el sentir de la «jerarquía» de la iglesia católica y no con el conjunto de ésta.

El Viceministro de Coordinación con Movimientos Sociales, Sacha Llorenti, fue específico al indicar que las expresiones del directo representante del Papa, coinciden con las declaraciones de los opositores políticos del actual gobierno.

En criterio de este funcionario, el cardenal Julio Terrazas está identificado claramente en defensa de los terratenientes, mientras el gobierno está a favor de los pobres, que en todo caso, son la mayoría de los habitantes de Bolivia.

Curas y mas curasLos jerarcas
El gobierno ha señalado la diferencia existente entre los «jerarcas» y el conjunto de la iglesia.

En varias ocasiones, se ha mencionado que así como existen curas, monjas y jerarcas, identificados con la opción por los ricos y poderosos, también existen, otros que se solidarizan con los explotados y sometidos por aquellos que lo tienen todo, son insensibles y están satisfechos.

Pero, ¿ésto fue siempre así, o sólo se presenta ahora y sólo en nuestro país?. La historia, de Bolivia y del mundo entero, demuestra que la «jerarquía» católica, siempre estuvo alineado con los ricos y poderosos.

En nuestra historia, desde el inicio de la independencia americana con el primer grito libertario de Chuquisaca el 25 de mayo de 1809 y el 16 de julio en La Paz , la jerarquía de la Iglesia católica se opuso tenazmente a la aspiración de los pueblos americanos que comenzaron a buscar su independencia de España.

Al iniciarse la revolución de mayo e incendiarse toda Latinoamérica, existieron numerosos clérigos enrolados en la causa.

La Iglesia estaba dividida profundamente en todo el continente. El bajo clero y algunos obispos apoyaron la emancipación, en tanto el alto clero, hizo causa común con la corona de España y se afiliaron a la contrarrevolución.

El 30 de enero de 1816, el Papa Pío VII, envió una carta a sus obispos, cuando la revuelta en América se había generalizado.

En esa carta, el mayor «jerarca» decía:
«Aún cuando estéis muy lejos de Nos, separados como estamos por continentes y mares, nuestros esfuerzos por la expansión de la religión y por predicarla, a Nos son bien conocidos.

Entre los preceptos claros y de los más importantes de la muy santa religión que profesamos, hay uno que ordena a todas las familias ser sumisas a las potencias colocadas sobre ellas.

Nos estamos persuadidos de que los movimientos sediciosos que se producen en aquellos países, por los cuales –nuestro corazón está entristecido y que nuestra sabiduría reprueba- vosotros no dejasteis de dar a vuestros rebaños todas las exhortaciones.

Sin embargo, como sobre la tierra, Nos somos el Representante de Aquél que es el Dios de la paz, nacido para rescatar al género humano de la tiranía de los demonios, y a su vez anunció la paz a los hombres por sus ángeles.

Nos pensamos que nuestra misión apostólica, que ejercemos sin mérito, nos obliga a impulsaros por nuestras letras a buscar toda clase de esfuerzos para arrancar esa muy funesta cizaña de desórdenes y sediciones que el hombre ha tenido la maldad de sembrar allá».

Ese en parte, el pronunciamiento del papado sobre la revolución emancipadora en América, lo que también muestra en parte que las jerarquías, siempre estuvieron del lado de los poderosos y en el caso de Bolivia, siempre estuvieron del lado de los más ricos, los terratenientes y los oligarcas.

Hacia 1820, los representantes de las naciones que habían sido colonias, llegaron al Vaticano para pedir reconocimiento, pero el Papa, se negó a recibirles.

Los representantes de Argentina, Venezuela, Nueva Granada, Chile y Colombia, estuvieron en algunos casos varios años, gestionando reconocimiento sin mayores resultados.

El Vaticano, no quería escucharles y por el contrario les acosaba y hasta les perseguía. Sólo varias décadas después y a regañadientes, terminó por reconocer la independencia de las naciones americanas.

¿Quién defiende a los pobres?
La realidad actual de Bolivia, parece mostrar que no hay quién defienda a los pobres desde la perspectiva religiosa.

Apenas elegido Juan Pablo I (Albino Luciani), éste papa quiso identificarse con los pobres, haciendo que la misma Iglesia sea pobre, pero sus intenciones apenas duraron 33 días, pues según el libro «En nombre de Dios», del periodista David Yallop, esa clase «jerárquica» del Vaticano, impidió sus intenciones provocando su muerte, justo pocas horas antes de iniciarse un revolucionario proceso de cambio dentro de la Iglesia.

Su sucesor, Karol Wojtila (Juan PabloII), tenía un criterio contrario, por esa razón en su primera visita a México abordó el tema de la Teología de la liberación. Con el rostro duro, respondió a un estudiante: «Depende de qué teología de la liberación. Si hablamos de la teología de la liberación de Cristo, no de Marx, estoy totalmente a favor de ella».

A partir de entonces y estrechamente colaborado por el principal inquisidor católico y su futuro sucesor, procedió a desmantelar completamente y dejar fuera de la Iglesia a curas y monjas identificados con la teología de la liberación, comenzando por su principal ideólogo, el ahora ex-cura franciscano Leonardo Boff.

No hay en este momento, ninguna opción por los pobres en la iglesia católica y en cambio de manera abierta, la «opción por los ricos» fue impulsada por Juan Pablo II y ahora por su sucesor Benedicto XVI.

¿Y nuestro Cardenal?
Completamente en línea con las nuevas políticas del Vaticano, el «jerarca» boliviano no disimula su alineamiento con los terratenientes, los oligarcas y los partidos de extrema derecha que no dan tregua al actual gobierno de los indígenas.

Ya son anecdóticas sus declaraciones respecto a la inexistencia de esclavos guaraníes en el territorio nacional.

Igualmente, es notorio su silencio, cuando se produjeron las golpizas a campesinos en Santa Cruz y los asaltos, quemas y destrucción de por lo menos 150 inmuebles estatales.

En cambio, no dudó en abrir su propia iglesia en Santa Cruz, para «conceder refugio» a jóvenes de la Unión Juvenil Cruceñista (UJC), involucrados en los asaltos a instituciones del Estado y golpizas a personas civiles e incluso al Comandante Departamental de Policías.

El accionar del representante papal, no parece ser sino una cortina de incienso en protección de los que provocaron toda clase de desmanes, incluyendo las matanzas de Filadelfia y Porvenir en el departamento de Pando y la voladura de un gasoducto en Tarija.

El fracasado golpe cívico-prefectural de septiembre pasado, dejó descoyuntada a la oposición política, cuyos líderes y militancia se encuentran en desbande.

Los opositores cívicos, articulados en el Consejo Nacional Democrático (Conalde), quedaron igualmente desarticulados y profundamente diferenciados entre ellos.

Queda en consecuencia, la oposición religiosa liderada por el «jerarca» de la iglesia, que aparentemente ha tomado la misión de convertirse en líder de la oligarquía, adecuadamente secundado por su verborrea sermoneadora dominical y los adulones obligados a pensar como él.

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