España: continúa la manipulación mediática

katari: Oscar Garrido
A pesar de estar ya acostumbrados a la sistemática campaña de manipulación mediática en contra del proceso de cambio en Bolivia, no nos deja de sorprender el ingenio que los mal llamados informadores encuentran para confundir a la opinión pública. La última joya, esta «noticia» aparecida en las páginas del teletexto de televisión española:

La analizamos:
La mentira empieza ya en el título, «Revés para Evo Morales al suspender el TC su referéndum». Las mentiras son:

1) El TC (Tribunal Constitucional) no puede suspender nada, sencillamente porque no tiene quórum. Este órgano parte de el poder judicial, en el pasado reciente se ha visto diezmado por la renuncia de sus miembros, y el extremo interés político de la oposición en el senado nacional ha sistemáticamente evitado llenar las vacancias.

2) El referéndum no es de Evo Morales, sino que es una ley de gobierno dictada por el parlamento cumpliendo todas las exigencias legales.

Lo que el mal llamado periodista entiende por «Tribunal Constitucional» es la magistrada suplente Silvia Salame. Un tribunal constitucional es un órgano colegiado y no una persona, por mas que sea miembro suplente de este tribunal.

La siguiente mentira en la nota es que no se ha acusado de prevaricado al tribunal constitucional sino a magistrada Silvia Salame porque como ya explique en el párrafo anterior, ella no puede lanzar decretos y mucho menos detener un referéndum que es ley nacional.

Mas mentiras, no es el presidente el que llevara a cabo el referéndum, sino es la corte nacional electoral siguiendo la ley emitida por el parlamento. No es trabajo del Presidente el realizar referéndums.

Mas tonterías:
En Bolivia no existen gobernadores, los prefectos opositores al gobierno no han votado por la autonomía. Las autonomías serán aceptadas cuando la nueva constitución política entre en vigencia por orden de un referéndum anterior.

Los famosos referéndums por los estatutos autónomos a los que posiblemente se refiera la nota en un castellano bastante pobre, fueron ilegales, y ni siquiera pueden ser considerados referéndums o consultas populares sino mas bien campaña publicitaria en contra del gobierno.

Para rematar la nueva constitución política no es indigenista, es el texto mas incluyente que existe, ya que reconoce a las naciones originarias, cosa que la actual constitución y las anteriores no lo hacían. Eso no significa que sea una constitución indigenista.

En síntesis la prensa internacional cuando habla de Bolivia, reconoce como legal, lo que en Bolivia es ilegal, confunde como acción gubernamental el desarrollo del referéndum ordenado por el parlamento con el voto del grupo opositor al actual gobierno. Ademas parece confundir a una persona con toda una institución, ni siquiera una persona representativa.

Para posibles lectores españoles quiero comparar los mal llamados referéndums autónomos en lo que la prensa llama «las regiones ricas» en Bolivia y decirles que estas fueron claramente ilegales, incluso la ilegalidad del referéndum que el lehendakari Ibarretxe quiere realizar en el país Vasco no es tan clara como lo que fueron esas locuras de la oposición en Bolivia.

A los periodistas españoles que quieren «enseñar» a los bolivianos a ser democráticos, decirles que primero vean la viga que tienen en el ojo, que en Bolivia, no hemos prohibido a ninguna organización política por mas terrorista o independentista que esta sea, y bueno por último porque un sistema monárquico por mas simbólico que sea, no puede ser mejor que una república, y que los republicanos españoles deberían en un sistema democrático poder expresar sus opiniones sin que sean acusados de vandalismo.

No me gusta opinar sobre lo que ocurre en países con vocación democrática, ya que respeto profundamente la opinión de los pueblos, por lo que las opiniones vertidas en el párrafo anterior no deberán ser tomadas como crítica a España, simplemente como analogías. Las realidades de ambos países son diferentes.

Lo que se ve en Bolivia es el último pataleo de un sistema político que muere, y puede ser comparado con el golpe de estado del general Tejada en 1981 que fue el último pataleo del sistema franquista.