- Dramáticos testimonios confirman que en Alto Parapetí guaraníes son esclavizados
La Paz, Agencia Boliviana de Información
Desgarradores testimonios de guaraníes han confirmado este domingo que en pleno siglo XXI ganaderos latifundistas de Alto Parapetí, de la provincia Cordillera del departamento de Santa Cruz, los someten y esclavizan sin contemplación en esa región del Chaco boliviano.
A eso responde, dijeron muchos guaraníes, la negativa de los ganaderos a que el Instituto de Reforma Agraria (INRA) ingrese a esa región para realizar el saneamiento de tierras, para evitar que se descubran que existen comunidades cautivas donde sus habitantes son sometidos a presiones psicológicas y físicas a cambio de alimento y algo de ropa usada.
«Cuando alguien reclama a fuerza de látigo nos hacen callar, cuando alguien se escapa también recibe látigo y cuando no llevamos nuestra herramienta para trabajar nos echan diciendo no hay trabajo fuera de nuestras tierras», señaló uno de los muchos testimonios difundidos hoy por la red Erbol.
Los relatos revelaron que los patrones (hacendados y ganaderos) no sólo acuden a la presión psicológica o a la física, sino que vulneran la dignidad de las mujeres guaraníes que en muchos casos son violadas, y que también se han registrado asesinatos, y que pese a que fueron denunciadas la justicia, esta nunca se ha pronunciado.
«En toda la Capitanía de Alto Parapetí nadie da un buen trato a nuestros hermanos y eso es triste cuando empezamos a recordar sobre el abuso psicológico, físico, hasta violaciones a las hijas de nuestros hermanos y asesinatos también. Se ha denunciado, pero las autoridades no hacen justicia cuando se hace la denuncia», aseguró Fidel Cejas, dirigente de la Capitanía de Alto Parapetí.
TESTIMONIOS: Benito Segundo
«He nacido en Villa Mercedes, ya no estoy ahí, conozco cuántos familias viven en cada comunidad cautiva, hasta vergüenza me da decir que los propietarios de ahí no tienen consciencia de la gente pobre guaraní que está ahí».
«Yo era mozo, mi obligación era acarrear agua para las gallinas y otras cosas, no se conocía el pago, solo nos daban nuestro desayuno y nuestro almuerzo nada más».
«Me acuerdo que el pago que le hacían a mis padres, tíos y parientes era que cada año nos daban ropa para el carnaval. Comíamos en un plato grande, chua lo llamamos aquí porque es hecho de madera. No había platos individuales, unas siete u ocho personas comíamos de una chua».
«Nunca me voy a olvidar que mis pies se ponían verdes, nunca me voy a olvidar porque mis abarcas viejas se soltaban en el Chaco. No había enfermeros, alguna vez el patrón nos daba algunos calmantes».
«Han salido de ese lugar cerca de 80 familias porque hemos reclamado mejor trato, pero el patrón nos ha votado. Las 80 familias están muy mal, tal vez algunos mejores porque han alcanzado ser profesionales como albañiles. La mayoría no tiene ningún tipo de apoyo».
Miguel Gonzales (60 años) de Alto Parapetí
«He trabajado en ganadería, de vaquero, como administrador, pero ha pasado el tiempo y me ha desconocido el señor Óscar Peña (el patrón) y me sacó de su finca, eso lo ha hecho por no indemnizar por los años de trabajo, porque eran muchos».
«Al mes me pagaban 300 bolivianos en ropa y comida. Mi madre también era pagada con ropa. Esté enfermo o no igual hacía las cosas. Para ellos no podíamos enfermarnos. Le digo que Dios me escucha, he votado lágrimas y no puedo olvidarme cómo eran los tratos. Aguantamos por temor y porque no hallamos dónde irnos».
«Como éramos humildes nos amenazaban y nos metían huasca con lazo, con lo que sea, hasta cinco huascas si uno se atrevía a levantar la voz. Uno no es digno de levantar la voz y decir por qué del abuso. Si uno se escapaba era encontrado y le metían huasca. Donde yo vivía había 40 personas para un solo patrón».
Minisa Salero (53)
«Desde niña he crecido en la casa del patrón, desde los siete años ya llevaba comida a largas distancias donde sus peones. Con mi madre sufríamos mucho y cuando mi madre se reveló porque me hacían trabajar mucho ha perdió la vida en la hacienda».
«Ya estoy mayor, pero no tengo una tierra para cultivar, el patrón viene y nos quiere sacar de nuestra casa. Vivimos en una casa con mis hijos, pero el patrón quiere sacarnos. El padre nos ha explotado y ahora es el hijo el que nos sigue explotando».
«Sigo trabajando para ganarme la vida, sigo llegando donde el patrón para que me de algo de alimento, trabajo y me paga con alimento. Desde mis abuelos, mis papas, nosotros y mis hijos seguimos trabajando para esa gente».
Ismael Chávez, de la comunidad La Colorada, de la capitanía de Alto Parapetí
«Nosotros trabajamos de seis a seis y a veces de noche con nuestra propia herramienta, ni así nos pagaban bien los patrones. Hacíamos todo como sembrar pasto, el chaqueo, fumigamos, ordeñamos, todo hacíamos. Si no llevamos nuestra herramienta no nos da trabajo. Nos da un jornal de 12 ó 15 pesos con víveres».
«Para la ropa nosotros tenemos que salir a trabajar a lado de Santa Cruz para ganar para nuestra ropa, pero no reconocen de nuestra herramienta, y cuando decimos algo nos dicen no hay trabajo y váyase».
«En este lugar ahora hay mucha gente que trabaja, los que están bloqueando son los que estamos trabajando en esa propiedad. Yo me he salido calladido nomás hace 10 días, ellos no saben, ya 10 días que estoy acá».
Fidel Cejas, dirigente de la capitanía de Alto Parapetí
«Nosotros vivimos una cruda realidad en Alto Parapetí, es importante hacer conocer que hay esclavos. Desde muy chico me he quedado en hacienda como mozo, porque mi padre murió, y trabajaba en todo lo que se tiene que hacer, porque no hay trabajo específico».
«Tenía que levantarme a las cuatro de la mañana para preparar el mate y ensillar el caballo. Pero a uno no le pagan. Por ejemplo, hasta que he tenido mi pareja no he sabido que era plata (dinero), solo recibía ropa y comida».
«En toda la Capitanía de Alto Parapetí nadie da un buen trato a nuestros hermanos y eso es triste cuando empezamos a recordar sobre el abuso psicológico, físico, hasta violaciones a las hijas de nuestros hermanos y asesinatos también. Se ha denunciado pero las autoridades no hacen justicia cuando se hace la denuncia».
«Ellos no quieren que se descubra de todo el maltrato que hacen con nuestros hermanos, porque no dejan sembrar porque uno tiene que estar trabajando con ellos permanentemente, más es la deuda, deuda y deuda de nosotros, porque muchos no sabemos ni leer ni escribir».
«Nunca hemos visto dinero, todo nos han pagado con víveres, con ropa una vez al año, ellos (ganaderos) son los que compran. Lo demás nosotros teníamos que comprarnos vendiendo nuestras gallinitas».
«Nosotros tenemos certificado de nacimiento y carnet de identidad, pero cuando se hacen las votaciones vivimos una situación crítica, porque los patrones y los terceros nos obligan a votar por uno y después sacan su alcohol».
«Por eso decimos que somos esclavos, nosotros dependemos de ellos y no respetan nuestros derechos. Cada patrón maneja a sus esclavos como quieren en las elecciones y ellos saben si no votamos como ellos quieren, y el que no vota lamentablemente tiene que irse de su terreno».