Los países que destruyeron los estados árabes deben recibir a los refugiados
Agencia Boliviana de Información (ABI)
El vicepresidente boliviano, Álvaro García Linera, afirmó el miércoles en La Paz que los países que promovieron la destrucción de los estados árabes deben recibir ahora a los miles de refugiados que huyen de sus países.
A su juicio, en los últimos años algunos países europeos y Estados Unidos han implementado campañas sistemáticas de destrucción de los estados nacionales árabes, que emergieron de la lucha contra la colonización en los años 40 con relativa estabilidad institucional, que fue «pulverizada» en los últimos 5 años.
«El esquema es simple no hay donde perderse de lo que está pasando en el mundo delante de nuestros ojos. Entonces quienes tienen que asumir el refugio, son los países que han ocasionado la destrucción de esos estados, que tienen que recibir a uno, a 10 a 20 a 50 a 100 millones de refugiados si fuera necesario porque ellos provocaron esa migración masiva», refrendó en una conferencia de prensa.
Agregó que esos países provocaron guerras civiles, promoviendo la división interna, financiando grupos terroristas, para adueñarse del petróleo del mundo árabe, por tanto, deben hacerse cargo de la gente que huye de sus países.
Pidió a los periodistas revisar las noticias internacionales de los últimos cinco años para constatar esa campaña de destrucción sistemática contra los estados nacionales árabes.
Recordó que Irak fue invadida «bajo el pretexto» de que tenía armas de destrucción masiva y fruto de esa invasión «está a punto de desaparecer por las guerras internas que ocasionó esa invasión».
El Vicepresidente boliviano afirmó que también Libia está en peligro y dijo que tras su invasión solo quedan «mini feudos de los señores de la guerra que están descuartizando ese país, «pero sin tocar los campos petroleros, porque los campos petroleros están en manos extranjeras».
«Irak, Libia, Túnez, ahora Siria y poco faltó para que hagan lo mismo con Irán, Afganistán. Hace 15 años estados nacionales sólidos hoy simplemente destruidos y es el fruto de esta destrucción de los estados nacionales árabes es la migración que se está dando hacia Europa», refrendó.
En esa línea, dijo que hay una intención geopolítica mundial de destruir la totalidad de los estados árabes y ratificó que quienes tienen que asumir la responsabilidad «ante el mundo, ante el pueblo árabe, ante la historia y ante los refugiados de esa destrucción de los estados nacionales son los causantes de esas guerras y esas invasiones».
«Es terrible, se está configurando el mapa mundial delante de nuestros ojos de una manera obscena, destruir estados nacionales para distribuirse los campos petroleros y la presencia geopolítica de potencias europeas y norteamericana en el medio oriente. Ese es el fondo real», sustentó.
La falseada cuestión de los “migrantes” y refugiados que llegan a la UE
Alberto Rabilotta / alainet.org
Las reacciones que las olas migratorias de refugiados provenientes del Oriente Medio, de Siria y otros países, están causando en los países de la Unión Europea (UE) confirma que las elites europeas nada aprendieron de su propia historia pasada y reciente, y que por esa razón son incapaces de pensar y proponer soluciones a problemas cruciales que afligen y afligirán a esa región.
Nada aprendieron estas elites de las consecuencias de las políticas coloniales e imperiales en los pueblos de los otros continentes, ni en sus propios pueblos.
La rigidez del “patrón oro” y el liberalismo a ultranza que lanzó una rebatiña imperial y condujo a la Gran Depresión, al fascismo y a la segunda Guerra Mundial es reproducida en el euro, que está provocando depresiones económicas y disolución social en Grecia y otros países de la UE con deudas impagables.
Tampoco aprendieron las lecciones del pasado de que no hay que coquetear con el fascismo, como muestra el apoyo (sin problema de consciencia) al régimen oligárquico-fascista en Ucrania que está llevando a cabo la política anti-rusa de Washington.
Porque nada aprenden, para seguir la misma política, es que no quieren ver que los flujos de refugiados que llegan a las costas de Grecia o Italia, después de haber dejado una espantosa estela de náufragos y muertos en el Mediterráneo, son el producto directo de las políticas de países de la UE y de Estados Unidos (EEUU), de la creación de extremistas y fanáticos religiosos para luchar contra la Unión Soviética en Afganistán y luego en Chechenia, y muy particularmente de las agresiones militares que destruyeron a los regímenes seculares en Irak y Libia, y que están desestabilizando y destruyendo la economía y la sociedad secular en Siria.
Tampoco estas elites neoliberales quieren recordar que histórica y repetidamente las grandes potencias europeas y EEUU han impedido, en beneficio de sus empresas monopolistas y de sus objetivos geopolíticos, que hubiera un desarrollo socioeconómico autóctono en los países del Oriente Medio, de África y Nuestra América, como desde los años 60 y 70 los países reclamaban los países No-Alineados al proponer en la ONU la creación de un Nuevo Orden Económico Mundial.
Los países del imperio, porque así debemos llamarlos, siguen sin cambiar sus políticas, como se ha visto recientemente en las abstenciones y oposiciones en la ONU, a partir de la propuesta argentina, para crear un marco internacional destinado a una más justa y segura renegociación de las deudas soberanas.
De nuestro lado, en los países de América, sí conocemos muy bien las causas de los flujos de migrantes porque desde hace ya dos siglos hemos estado del lado “receptor” de esas migraciones que trajeron a nuestros países a millones y millones de europeos huyendo del hambre, de las guerras y las persecuciones políticas, de las periódicas y destructivas crisis económicas del capitalismo.
Y antes de esas migraciones bien definidas de los siglos 19 y 20 fueron las potencias coloniales europeas que trajeron a nuestro Continente a millones de africanos esclavizados para que trabajaran como bestias en las plantaciones (si no trabajo me matan, y si trabajo me matan, como decía Nicolás Guillen), y eso tampoco parece formar parte de la consciencia europea cuando se habla de movimientos masivos de población, de migraciones forzadas, prefiriendo en muchos casos seguir viendo esa sanguinaria etapa que marca la historia de África como la época en que el “hombre blanco” europeo “llevaba sobre sus espaldas la pesada carga de la civilización al Continente africano”.
Y no hablemos de la era colonial en la cual las potencias europeas y EEUU causaron tanto daño y destrucción social en los países de América, en particular en las sociedades de los pueblos originarios.
Ni mencionemos lo que esas políticas neocoloniales e imperiales siguen causando en nuestros pueblos, en las heridas nunca cicatrizadas que aun tenemos, desde Las Malvinas hasta Puerto Rico.
Y a pesar de eso, o quizás por todo eso, la hermandad de los pueblos forjada durante las luchas por la independencia nos enseño a evitar las guerras entre nuestros pueblos, y las que hubo (preguntemos a los paraguayos) fueron bien preparadas por los intereses extranjeros y llevadas a cabo por los cipayos criollos, que aun no hemos erradicado.
Y aunque todavía tampoco hemos erradicado el racismo y los políticos racistas de nuestros países, es el masivo mestizaje y el despertar de los pueblos originarios lo que caracteriza la historia reciente de muchos países de Nuestra América.
La revolución dirigida por Fidel Castro que creó la actual sociedad cubana nos mostró la dirección para estar en la vanguardia de una humanidad que se proclama pacifista, que busca resolver los problemas mediante el diálogo y no las armas, que brega por el progreso sin exclusión social, que lucha contra el racismo.
Las elites políticas e intelectuales del imperio capitalista deben asumir el pasado de toda una historia que, desde hace cientos de años, estuvo basada en imponer el capitalismo mediante guerras, invasiones, colonización, esclavización y destrucción de pueblos en varios continentes.
Lo que tampoco quieren ver, las elites del imperio, es que las migraciones forzadas, de refugiados por los conflictos militares o la falta de medios de subsistencia que llegan a las costas europeas o a la frontera sur de EEUU, seguirán existiendo e irán aumentando a menos de que se ponga fin a las actuales políticas económicas y militares.
Pero, y esto lo sabemos, la naturaleza del sistema capitalista actual no admite cambios. En lugar de solucionar los problemas los irán agravando, en el exterior y hasta en sus propias sociedades, como ocurre en las etapas finales de las decadencias imperiales.
A la vista de todos, la UE practica ahora la rapiña colonialista en el interior de sus fronteras, como muestra el caso de Grecia. En este contexto y recordando que el imperialismo todo lo resuelve bombardeando, es difícil anticipar cambios reales, pacíficos y destinados a hacer que nadie, en el Oriente Medio o en África, tenga que arriesgar la vida para migrar o pedir refugio.
A nadie le gusta emigrar si vive en una sociedad pacífica, organizada, con una cultura incluyente y una economía al servicio de los intereses generales de la población.
Esa verdad la escuchamos de las bocas de nuestros abuelos que venían de Italia, de España, de Alemania, Polonia y demás países europeos, y que llegaban a Nuestra América expulsados por la pobreza, las crisis económicas, las guerras y persecuciones religiosas, étnicas y nacionales que han jalonado la historia europea.
– Alberto Rabilotta es periodista argentino-canadiense.