Tuvo que llegar el siglo XXI para que finalmente se produjesen profundas transformaciones
Como te decía Julián, tras tu asesinato las cosas se pusieron peores. Las autoridades coloniales quedaron tan asustadas con tu levantamiento que se propusieron “limpiar el país de reliquias”, nos prohibieron practicar nuestros ritos y hasta nos obligaron a cambiar nuestra vestimenta autóctona, para hacernos olvidar que antes de que nos conquistaran habíamos sido constructores de grandes civilizaciones.
Y con tanta humillación a la que nos sometieron consiguieron su objetivo. Siguieron explotándonos en la mita y en el campo para llevarse nuestras riquezas, valiéndose de nuestro trabajo casi gratuito. Nuestra vida no valía nada, porque además era corta y miserable.
En 1809 se produjo otro gran levantamiento en La Paz, esta vez liderado por mestizos, y al que nos sumamos 200.000 indígenas. Pero igual que en 1781 nos vencieron, y por la misma razón. Si hubiésemos tenido armas, aunque sea unas pocas, otra hubiese sido la historia.
Así comenzó la guerra de la independencia, que duró 16 años y terminó en 1825. Pese a las buenas intenciones de Simón Bolívar, la nueva República no cambió nuestra situación, porque tuvo que echar mano del tributo indígena para poder sobrevivir.
El siglo XIX no dejó de ser violento, comenzaron a quitarnos las tierras y otra vez nos levantamos dirigidos por Zárate Willka, a quien finalmente mataron. La Revolución de 1952 abrió una ventana a la esperanza, pero ésta revolución también fue comprada por los nuevos amos gringos. Parece que nuestra historia es la del saqueo de los recursos naturales por el imperialismo.
Así fue durante la Colonia y, con pequeños paréntesis, siguió de esta manera hasta el neoliberalismo. En el siglo XX, las empresas transnacionales, con la complicidad de los gobiernos de turno, se llevaron nuestros minerales e hidrocarburos dejándonos a cambio desolación, miseria y muerte.
No obstante, hubo en la historia un puñado de presidentes patriotas como Antonio José de Sucre, Manuel Isidoro Belzu, Adolfo Ballivián, Germán Busch y Gualberto Villarroel, pero todos ellos fueron mártires por defender al pueblo. Desgraciadamente, pudieron más los gobernantes vende patria, los Melgarejo y los Sánchez de Lozada, que nos robaron, y no contentos con ello, nos masacraron.
Tuvo que llegar el siglo XXI para que finalmente se produjesen profundas transformaciones en nuestra sociedad. En 2005 fue electo presidente un hombre como tú, procedente de las entrañas mismas de nuestra tierra y cuyo nombre es Evo Morales Ayma.
Evo no solo es inteligente y patriota, sino que además es uno de los presidentes más trabajadores que ha habido. A pedido del pueblo, Evo promulgó una nueva Constitución Política del Estado, que posibilitó la recuperación de los recursos naturales, pero sobre todo nos devolvió la dignidad como seres humanos.
Como no se pueden revertir cinco siglos de colonialismo y neocolonialismo de un día para otro, este cambio ha sido denominado “proceso” y en él estamos enfrascados con el objetivo de que en 2025, cuando el país cumpla 200 años de independencia, ya no haya pobreza extrema, y todos tengamos salud, educación y servicios básicos.
Aunque no lo creas, Julián, ya no estamos tan atrasados como antes. Hemos entrado en la era espacial y tenemos un satélite que lleva tu nombre como justo homenaje a tu memoria. Saluda a Bartolina y a tu hermana Gregoria, y diles que el sacrificio de ustedes no ha sido en vano. Así están las cosas hermano, en esta tierra hoy llamada Bolivia.