Es lamentable que algunas apachetas se hayan convertido en sitios de peticiones de contrabandistas
Esteban Ticona Alejo
Lakan phaxsi, que traducido al español quiere decir “el mes con boca”, se refiere a agosto, que según la tradición de los pueblos andinos es el mes del Kunturmamani o protector de la casa, del hogar, de la familia.
La denominación lakan phaxsi denota que el Kunturmamani es un ser viviente que pide en este mes la waxt’a, la luqta o el ritual de ceremonia a la Pachamama.
Fue interesante ver la noche del 1 de agosto en la ciudad de La Paz y El Alto, y deduzco que ocurrió lo propio en otras regiones andinas, la quema de la mesa dulce, o sentir el olor a las q’uwa.
Horas previas al ritual vi en alrededores de las calles Sagárnaga, Santa Cruz y Jiménez (mal llamada “De las brujas”) la compra masiva de la mesa preparada o lista para preparar frente al cliente por las caseras entendidas; y destaco este aspecto porque en su gran mayoría son mujeres aymaras/quechuas quienes se dedican a esta labor.
Lo más interesante para mí fue que otros sectores sociales, es decir, los que se sienten muy urbanos, se hayan sumado a estos actos. Me enseñaron mis mayores que estas ceremonias rituales son “íntimas”, lo cual lleva incluso a prescindir de los servicios del yatiri, que generalmente preside la ceremonia.
Por este carácter íntimo, la batuta de la ceremonia la puede llevar algún mayor de la casa que esté convencido o convencida de la necesidad de comunicarse mediante el acto ritual con el Kunturmamani para que siga protegiéndonos a sus habitantes. Lo que sí es importante es la fe en nuestra forma de comunicación con nuestros protectores andinos.
Preocupa que en las compras de las mesas dulces para el Kunturmamani se introduzca cada vez más la lógica capitalista “de quién da más, recibe más”. A diferencia de aquella lógica mercantil, en este tipo de ritos muchos yatiris (aunque existen algunos p’axp’akus y embaucadores) solo cobran según “la voluntad” de las personas que reciprocan a la Pachamama, lo que supone un precio razonable y no una forma de enriquecimiento a toda costa.
Sé que en la lógica capitalista están ya muchos comerciantes que apostaron por realizar wilanchas con llamas, y creo que eso es parte del show y una tendencia de reciprocidad asimétrica.
Es lamentable que algunos espacios de las wak’as y apachetas hayan crecido en fama y se hayan convertido en sitios de peticiones de contrabandistas y quién sabe para qué otros oscuros negocios. El ritual al Kunturmamani es el cariño que se tiene a la cuidadora del hogar (que es a la vez un espacio de convivencia), y para que sigan primando las buenas relaciones entre los humanos y los ancestros, pues lo “íntimo” quiere decir un profundo recogimiento.
Una reciente conversación con mis estudiantes me ha permitido pensar en varias cosas. Me dijeron que los jóvenes cada vez creen menos en estas prácticas. Algo que es muy probable, sabiendo que el ser joven significa una búsqueda de madurez, y que en ese afán se prescinden o se quiere prescindir de varios aspectos culturales profundos; pero sabemos que pasada esa época uno siempre retorna a sus raíces y su razón de ser.
Pero mientras este mundo nos enseñe que el dinero es más importante que la vida, o que tener autos lujosos es más importante que pensar, seguirá creciendo y oponiéndose a nuestras prácticas culturales, pues en este mundo no estamos solos, simplemente somos parte de la naturaleza. Taqi chuymampi kuturmamaniru luqtapxañani aka lakan phaxsina, jupaxaya uywchistuxa…